ANÁLISIS

600 veces Messi

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Jordi Puntí

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Quizá por el carácter providencial de sus goles, o simplemente porque marca muchos, no es raro que los números redondos de Leo Messi acaben dándose en grandes noches del futbolista. El gol 500 llegó frente al Real Madrid, para culminar un 2-3 en el Bernabéu que fue una de las victorias más sonadas de la era Luis Enrique, y que Messi subrayó con esa imagen icónica de celebrarlo mostrando su camiseta a los aficionados blancos. Hace unos días, el gol 600 frente al Liverpool tuvo también este aire de trascendencia: la falta perfecta que sellaba el 3-0 se produjo exactamente 16 años después de su primer gol con el primer equipo, y por su plasticidad y exactitud ha dado la vuelta al mundo.

Por increíble que parezca, todavía hay quien a estas alturas descubre a Leo Messi. Y no me refiero solo a José Mourinho, quien por fin ha reconocido que estamos ante "el dios del futbol". En el Reino Unido, por ejemplo, redescubren al argentino cada cierto tiempo, en realidad cada vez que gana a un club inglés con una exhibición de su talento. Luego pasan los meses y se olvidan de él.

"De otro planeta"

Ocurrió cuando el Barça de Guardiola vapuleó al Arsenal y Arsène Wenger dijo que no tenía palabras. Volvió a ocurrir cuando el Barça le ganó dos finales de Champions al Manchester United de Sir Alex Ferguson -en el 2009 y 2011-, y se repitió a principios de esta temporada, con la victoria frente al Tottenham Hotspurs en la fase de clasificación. Ahora tras la victoria en el Camp Nou, por fin los periódicos ingleses le han dedicado titulares como "Puro genio" o "De otro planeta".

Los hinchas argentinos más jóvenes ven hoy a Messi como el auténtico genio que es y pasan de obsesiones patrióticas

También parecen estar descubriendo a Messi muchos argentinos, eternamente, como si prefirieran mirar hacia otro lado (hacia el pasado). Durante una visita reciente a Buenos Aires, una serie de charlas con taxistas y camareros me permitió entender mejor el estado de la cuestión. Las razones de sus recelos son extradeportivas y nostálgicas, y podrían resumirse así: no es Maradona, le falta "argentinidad", no sabe lo que es la pasión que los aficionados invierten en la Liga argentina. Sin embargo los hinchas más jóvenes, los que nunca vieron jugar a Maradona en directo, ven hoy a Messi como el auténtico genio que es, pasan de obsesiones patrióticas y afirman convencidos que estamos ante el mejor del mundo. Un portentoso gol de falta, en fin, vale más que mil declaraciones de un bocazas.

Lección de realidad

Con cada uno de esos 600 goles, crece la convicción de que el arte de Messi ha cambiado para siempre la forma de ver el futbol y de jugarlo. Ante un equipo tan fuerte en todas las posiciones como es el Liverpool de Jürgen Klopp, es muy difícil hacer predicciones de lo que va a ocurrir en Anfield, quien va a conseguir el pase a la final del 1 de junio.

En el partido de ida, Valverde nos dio una lección de realidad y repitió una vez más su verbo preferido, competir. La jugada le salió bien, probablemente mejor de lo esperado. El martes su principal argumento volverá a ser Leo Messi: por todas las proezas que le hemos visto hacer durante tantos años, pero aun más por todas las que todavía no nos ha mostrado. Su sombrero de copa no tiene fondo.

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