La clave

Fango

A pocas semanas de las elecciones no se habla de nada más que de la guerra de los lazos y de la unidad de España sin que aparezcan en la agenda los temas necesarios para los ciudadanos

El parc de la Ciutadella con lazos amarillos

El parc de la Ciutadella con lazos amarillos / periodico

Olga Grau

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La guerra de los lazos amarillos se ha convertido en el centro del debate político. Ocupa toda la atención política y mediática como si en España en plena campaña electoral no pasara nada más relevante para la vida de los ciudadanos. La estrategia de Quim Torra de aparentar desobediencia a la Junta Electoral Central (JEC) para simular obediencia a la llamada del Síndic de Greuges es un juego de trileros. Pero ha dado argumentos al PP de Pablo Casado para volver a pedir la aplicación del 155 en Catalunya y a Ciudadanos para argumentar que en Catalunya no hay democracia. El PSOE y Podemos, por su parte, intentan no calentar el conflicto, pero son acusados de cómplices del independentismo.

Con el juicio del 'procés' en marcha, los partidos independentistas tan solo están centrados en mantener la tensión en la calle y en las urnas. Como prueba de ello basta con ver las listas electorales de Junts per Catalunya y ERC al Congreso.

Para el bloque de las derechas, la guerra patriótica para ver qué partido garantiza mejor la unidad de España es el mejor eslogan. De esta manera no tienen que entrar a debatir ideas y propuestas que permitan reducir la precariedad del mercado laboral, que por cierto, está en niveles récord, o cómo se afronta el futuro de las pensiones en España con unos sueldos de miseria. 

El agrio debate a cuenta de los lazos sirve para ocultar temas muy relevantes que deberían ser el centro de la discusión política a pocas semanas de unas elecciones generales y con las municipales y europeas a la vuelta de la esquina y el 'brexit' en ciernes. Las necesidades del Estado del bienestar, las reformas requeridas para no perder competitividad o la manera de cómo recuperar los derechos sociales recortados durante la crisis deberían objeto de grandes debates públicos. Es una lástima que los partidos prefieran el fango y nos hundan en él a todos.