Opinión | Análisis
Periodista
Sònia Gelmà
Periodista
Sònia Gelmà
Rakitic, o el orden de las prioridades
El Barça se estaría traicionando si pusiera el equilibrio del presupuesto por encima del del equipo
No es ninguna excentricidad. Es habitual que los clubs se desprendan de jugadores titulares ya amortizados a cambio de una importante suma de dinero, una parte del cual sirve para apostar por jugadores con proyección. Así funcionan muchos clubs. Pero eso es una novedad en el Barça, una necesidad fruto de una masa salarial -disparada ya hace tiempo- que se come cada céntimo de euro que ingresan.
Cada temporada, cuando se acerca la primavera, suena la canción susurrada desde la directiva de que van a vender a algún titular. Pero hasta el momento, por mucho que Pedro dice que viene el lobo, todas las ovejas siguen en el corral. El Barça ha vendido a titulares descontentos, caso de Van Bommel o Touré, pero en el orden de prioridades, la deportiva siempre ha ido por delante de la económica. A diferencia de lo que pasa en otros clubs, como el Madrid, capaz de vender a Di María después de ser una pieza clave para ganar una Champions, o recientemente a Cristiano Ronaldo, sin tener recambio.
La teoría dice que la llegada de Jong supone un esfuerzo económico que hay que financiar con alguna venta
Pero esta vez sí, dicen que el lobo es real: Rakitic es el futbolista escogido. Más allá de otras operaciones, como la posible salida de Coutinho, el croata tiene la ventaja de estar amortizado, y lo que eso supone para las cuentas del club: beneficio neto. Tiene una buena cotización, que no se alargará otro año si miramos su edad, no es de la casa —lo que hace la operación menos impopular—, y no se puede ni se quiere hacer frente a su renovación. El club tenía que plantarse tarde o temprano ante su papel de hámster en la 'running wheel' de las renovaciones.
La teoría dice que la llegada de De Jong supone un esfuerzo económico que hay que financiar con alguna venta, y la proyección del holandés justifica el sacrificio de un jugador más cerca del final que del principio de su carrera. Si ese razonamiento se combina con el deportivo, el que implica que hay una apuesta convencida por el fútbol que abandera De Jong, no hay nada que objetar. Si la idea es que el peso del centro del campo el año que viene lo lleven Arthur y De Jong estaríamos ante una apuesta atractiva, arriesgada pero valiente.
Pero si la idea del club es sustituir a Rakitic por otro jugador de su perfil, un sucedáneo más barato que ejerza su misma función, la venta se reduciría a un mero motivo económico. Y el equilibrio del presupuesto no puede estar por encima del del equipo. De ser así, el Barça se estaría traicionando, y de paso a su entrenador, que quiere que el mercado de fichajes sirva para reforzarse, llámenle loco. Deportivamente, la experiencia de Rakitic debería ser válida al menos un año más. Quizá este verano sí, venga el lobo. Aunque si me dan a elegir, preferiría que fuera otra broma de Pedro.
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