La clave
El espot judicial de Vox
La extrema derecha va a disponer de un potente altavoz durante los tres próximos meses, en vísperas de las elecciones municipales y europeas
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Estirar de la cuerda política hasta acabar en los juzgados y eludir la responsabilidad política para acabar en los juzgados nos ha llevado al atípico juicio oral que viviremos en directo durante los próximos meses en el Tribunal Supremo en la causa contra el proceso independentista. Nunca sabremos hasta qué punto la luz y los taquígrafos aumentados exponencialmente con la tecnología electrónica tienen la capacidad de deslumbrar a esa justicia que se autorretrata ciega. Lo que sí sabemos es que una acusación particular, la de Vox, no va acudir a esa sala para ayudar a impartir justicia sino que estará allí como si fuera un plató de televisión. Aunque los acusados puedan ignorar sus preguntas, lo cierto es que van a influir en el comportamiento del resto de las partes, empezando por la fiscalía a la que intentarán demostrar sometida a la voluntad de un gobierno apadrinado por los independentistas y siguiendo por aquellos letrados de las defensas que opten por la deriva política y eviten una argumentación técnica. Y desde la sala del Supremo, el griterío de Vox dominará la agenda política en unas semanas clave en la conformación del voto. Cada día que pasa, tanto los hiperventilados del independentismo como los partidarios del escarmiento judicial ven más claro que acabar este tema en los juzgados es muy mal negocio. No será que unos y otros no estaban advertidos.
España tiene una ley de partidos políticos hecha bajo el estigma del terrorismo de ETA. Quizás es el momento de repensarla. ¿Se puede reivindicar la dictadura franquista y acudir a pedir justicia en una democracia? ¿Alguien dejaría acudir a una sede judicial a los partidarios de Milosevic? La operación que hay en marcha para blanquear a Vox tendrá uno de sus momentos álgidos precisamente durante este juicio oral. Un partido político en una democracia no debería ser legal si promueve la vulneración de alguno de los derechos humanos, da lo mismo si lo hace desde la derecha o desde la izquierda, desde el secesionismo o desde el centralismo. Se abre un paréntesis de tres meses sin diálogo, de manera que quedamos condenados de antemano a los monólogos de las salas de vista.
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