ANÁLISIS

Josep Lluís Núñez: el presidente eternizado

Buscó el anhelado reconocimiento social a través del fútbol y dirigió el Barça a plena voluntad durante dos largas décadas

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fcasals16093640 deportes juerga en el avion de vuelta de londres a barcelona181022120511 / JORDI COTRINA

Frederic Porta

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Por naturaleza, el género de los obituarios es exagerado. Por definición, tienden a iluminar claros y ocultar sombras de los finados. En el caso que nos ocupa, 22 años como presidente de una entidad eternamente controvertida daría contenido para una enciclopedia.

Josep Lluís Núñez dirigió el Barça a plena voluntad durante dos largas décadas hasta convertirse en el mandatario más longevo de la historia, casi perpetuado en el tiempo. Constructor por matrimonio, férreo director de una poderosa y pujante empresa que no dudó en derribar el patrimonio modernista de la ciudad, buscó el anhelado reconocimiento social a través del fútbol, como tantos otros desconocidos de profunda cartera.

La carrera electoral cenagosa del 78

Mientras Catalunya andaba pendiente de recuperar su autogobierno, el club cerraba por agotamiento la época presidida por Agustí Montal y Johan Cruyff, que había incluso adelantado la democracia en vida del generalísimo gracias a símbolos tan potentes como el 0-5 del Bernabéu.

Aquella carrera electoral del 78 resultó cenagosa, un barrizal. Víctor Sagi, favorito por genealogía familiar, quedó descabalgado tras la aparición de algún dossier comprometido. Ferran Ariño, expresidente del Barça Atlètic y miembro fundador de Convergència, también resultó seriamente dañado al vincularle sus adversarios con el PSUC, comunistas que, a finales de los 70, aún resultaban sinónimo de coco para buena parte de la población. Al final, entre tremendas tensiones, ganó Núñez, contestado de primeras por la minoritaria prensa progresista que incluso le cantó el 'Cara al sol' tras su proclamación.

Escoltado por los vicepresidentes Joan Gaspart y Nicolau Casaus, con quien se alió a posteriori entre sospechas y cambalaches, Núñez no disponía de ningún tipo de proyecto futbolístico para la entidad. Sus primeros fichajes, los centrocampistas Félix y Tarrés, o su entrenador de estreno, Lucien Müller, denotan que andaba pez en la materia.

De todos modos, amparado por las notables inversiones publicitarias que su empresa realizaba en diversos medios, consiguió rápidamente el beneplácito y la alianza protectora de poderosas e influyentes corrientes de opinión. Pronto resultaría mas importante cerrar el ejercicio con superávit que cualquiera de los escasos títulos conseguidos.

30.000 'senyeres' en Basilea

La Recopa de Basilea debía significar un punto de inflexión, pero no fue así. En todo caso, las 30.000 'senyeres' que acompañaron a Krankl, Rexach, Asensi y compañía sí provocaron una reacción definitoria en la égida del constructor, determinado a limar el contenido identitario del FC Barcelona y alejarlo de la política y sus partidos. 'Més que un club', aunque mucho menos que antes con la excusa de vivir ya en democracia. Se salió con la suya y cuando los dirigentes políticos quisieron reaccionar era tarde. El empresario se había bunquerizado. Núñez sabía pulsar los resortes más primarios del culé: La conveniencia de disponer de buenos ahorros y achacar los fallos a los enemigos exteriores. El mal siempre viene de fuera.  

La inexperiencia le hizo coleccionar escándalos, polémicas y jaleos continuados. Tarradellas intermedió en su batalla con De Carlos, a la sazón presidente del Madrid, mientras los seguidos programas nocturnos de radio mojaban pan cuando acusaba Juanito de ir embarazando señoras por las esquinas.

Siempre con su lenguaje peculiar, tantas veces imitado en la evidente limitación oratoria. Núñez igual amplió el Estadi con motivo del Mundial'82 que coleccionó cromos para su amplísimo álbum. Llegaron Schuster, Maradona o Quini, del mismo modo que Menotti o Lattek, intercambiables como escudo protector para que nadie criticara su presidencia cuando iban mal dadas. Nunca hubo paz con Núñez dirigiendo los hilos, públicos y privados, desde su despacho de la calle Urgell.

Igual le secuestraban a un goleador que se le rebelaba la plantilla en el Motín del Hesperia. Al final se convirtió en un auténtico especialista en la supervivencia contra el que todos, y ese todos resulta variopinto y multicolor, se estrellaban.

Venables, Steaua, Cruyff

Hasta que llegó Cruyff para recordar que habían pasado demasiados años desde la Liga conseguida por Terry Venables y el inmenso dolor causado por el Steaua en Sevilla, traumática final de la Copa de Europa. Con dos gallos en el corral, el holandés cambió la suerte y el destino fatal, derrotista y victimista del FCB, se fijaron las bases del modelo de éxito y emergió un bello sueño llamado 'Dream Team'.

El matrimonio de conveniencia acabaría, bien lo sabemos, como el rosario de la aurora y por fin la oposición se halló con fuerzas para desgastar al ya erosionado personaje, que aún tuvo arrestos para pretender la perpetuación del 'nuñismo' con Gaspart, auxiliado en principio por los aliados mediáticos de costumbre hasta que la evidencia del fracaso aconsejó saltar al extremo contrario en las elecciones del 2003.

Queda todavía por afrontar el concepto de 'nuñismo' como materia de interesante estudio, a la manera de Vázquez Montalbán, el teórico que analizaba su praxis. Si esa tarea de estudio no se ha afrontado hasta hoy es, a buen seguro, por miedo, que no respeto, a una hiperconservadora figura que logró atesorar formidable poder y prolongarse incluso en el 'neonuñismo', todavía tan presente.