ANÁLISIS

Si Messi se fía...

Dembélé contó con la confianza del argentino, el mejor indicador que la rehabilitación del francés va por buen camino

Valverde, en el campo del PSV.

Valverde, en el campo del PSV. / periodico

Albert Guasch

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No sorbe mate, como el amigo Suárez, pero Dembélé acompañó bien a Messi en el Philip Stadion. Sin el punta uruguayo, el francés se convirtió en un colega fiable para el dios argentino. Combinaron, se buscaron y se asociaron con suficiente utilidad. Muy buenas noticias para la rehabilitación definitiva de Dembélé. Si Messi se fía, es que la cosa se va encarrilando. Al menos sobre el campo. Y cabe decir que el chico se ganó esa confianza con un juego vertical y participativo. No vale solo para salir a reparar partidos que se resquebrajan, como podía sospecharse, sino que puede ayudar a construir victorias desde el principio. Ese tándem perfumó el espeso partido del Barça en tierras holandesas. 

Un triunfo que sirve para colgarse la medalla de primera de grupo en la Champions debería bastar para lanzar confetis. Pero en el hipercrítico universo azulgrana no se pasa por alto el mediocre encuentro desplegado por los jugadores de Valverde. A nadie escapa que el PSV podía haber batido a Ter Stegen en más de una ocasión; que el meta alemán realizó posiblemente su peor partido con los pies que se le recuerda desde que habita la portería de can Barça; que las pérdidas de balón resultaron cuantiosas e inexplicables, y que el juego colectivo fue durante mucho rato como música de ascensor, letárgico y somnoliento, con contados guitarrazos trepidantes.  

Obra maestra

Para ese ruido, para elevar los decibelios, nadie como Messi y Dembélé. El francés acompañó en la obra maestra del argentino, ese primer gol que marcó rodeado de un tumulto de defensas del PSV. Tenía encima a cuatro jugadores. Como si hubieran sido ocho. No hay 'escape room' imposible para el mejor futbolista de la historia, ya el máximo realizador de la actual Champions. Incluso un mal lanzamiento de falta logra que acabe en gol, como el de Piqué. Pura magia.

Y conviene, visto el logro de concluir primero, terminar con el apunte positivo de que el Barça supo sufrir cuando el PSV apremió al final. Y en la Champions no se progresa sin sufrir algunos ratos.