Perversiones sociales
El camino de Gadsby
Esta última ola de feminismo nos ha permitido ver en qué punto estamos. Ahora tenemos que decidir si avanzamos o si nos quedamos instalados en aquello que si aún nos hace reír, es porque nos negamos a madurar
Todos nos montamos la vida con aquello que por educación, por convicciones, por entorno, nos cae cerca. Sin embargo, hay algunos que, partiendo del mismo material inicial, saben darle la vuelta y echar a andar desde un punto más avanzado que el del resto de la gente.
'Nanette' es el último espectáculo de 'stand up' de Hannah Gadsby, monologuista australiana que después de más de una década dedicándose al arte de hacer reír por la vía de la autohumillación –haciendo bromas con los traumas que le ha comportado ser lesbiana y mujer (aunque ella misma reniega de estas etiquetas) y tener un determinado aspecto físico-, decide que está hasta el moño de hacer pasar por divertidas cosas que, en primer lugar, a ella le hacen mucho daño y, en segundo, son taras de una sociedad enferma. Dicen que reírse de uno mismo es sano; seguramente lo es para empezar, pero estancarse en esta risa también es la manera de no madurar. A eso es a lo que Gadsby dice basta.
Hace unos días leí en Twitter la denuncia de una mujer que contaba que una tarde, en la terraza de un bar, el grupo que se sentaba en la mesa de al lado se dedicaba a pasar el rato increpando a todas las mujeres que les pasaban por delante. Explicaba que cuando ella misma les llamó la atención, ellos respondieron riéndose que eran “La manada 2”. He visto también estos días cómo en las redes sociales han proliferado perfiles de individuos que pretenden desacreditar esta última ola feminista diciendo que supone un retroceso de las libertades.
Viendo 'Nanette' por un lado y leyendo las gilipolleces de estos últimos por otro, pensaba que aunque, en apariencia, tanto Gadsby como los antifeministas hablan del mismo tema, ni de lejos trabajan con el mismo material mental. Si la primera levanta la voz (¡y cómo! No os perdáis el vídeo en Netflix) para decir basta a una perversión social que desde hace muchos años relega a secundario, a menospreciable incluso, todo lo que no es heteronormativo, los segundos juegan a indignarse con el fin de perpetuar esta perversión.
Esta última ola de feminismo nos ha permitido ver en qué punto estamos. Ahora tenemos que decidir si avanzamos o si nos quedamos instalados en aquello que si aún nos hace reír, es porque nos negamos a madurar.
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