Mirador
El fracaso de los unilateralismos
Enric Marín
Periodista y profesor de la UAB
Enric Marín
El fin abrupto de la trayectoria política de Rajoy redefine el campo de juego de la política española. Sanciona el fracaso de las políticas unilateralistas, frena el grave proceso de degradación de la cultura política española e introduce algo de racionalidad en el conflicto democrático entre los poderes de Estado y el soberanismo catalán. También liquida el escándalo de ver en el poder un partido carcomido por la corrupción.
A lo largo del último medio año el independentismo ha tenido la oportunidad de hacer una valoración crítica de las consecuencias de la estrategia unilateral, pero el trompazo de Rajoy también debe leerse como el fracaso de la ruptura unilateral del pacto constitucional. Ruptura que empezó con la recogida de firmas contra el Estatuto votado por los catalanes, continuó con la vulneración forzada del funcionamiento del Tribunal Constitucional, y culminó con la sentencia del 2010. Cuando el nacionalismo español optó por desnaturalizar el Estatuto del 2006 cometió el error de despreciar la fuerza i la capacidad de respuesta del catalanismo. Hoy ya son conscientes. ¿Quien habla todavía de suflé? Pero, a continuación, el independentismo también despreció la fuerza de los poderes del Estado. El resultado ha sido un empate momentáneo, pero la partida está bien viva.
Anunciando la moción, Sánchez tomaba la iniciativa en el escenario político español. Aún sin ganarla. Pero para ganarla necesitaba el apoyo de Podemos y el posicionamiento rápido de Esquerra. Y los líderes de Esquerra actuaron con inteligencia definiéndose rápidamente a favor sin pedir contrapartidas. Con ello, ayudaban a decantarse al PDeCAT y hacían casi inevitable el si del PNV. Como era previsible, PP i C’s han querido desautorizar el gobierno del PSOE caracterizándolo de Frankenstein, pero no pueden disimular su visible aturdimiento: la bicicleta sólo se podía mantener en pie pedaleando. El principal perjudicado del cambio de guion ha sido un Rivera que, embriago de excitación, se precipitó dando por acabada la legislatura. Hace unos años Josep Oliu pedía un Podemos de derechas, pero este 2018 Ana Botín pedía seducir Catalunya. Resulta que el verdadero gobierno Frankenstein era el habría podido liderar Rivera. Por eso mismo, hoy el Íbex-35 y el Directorio europeo respiran algo más aliviados.
¿Que se puede esperar del sanchismo? Sánchez ha hecho un gobierno para erosionar C's y Podemos. Seguramente, podrá agotar la legislatura. Mientras tanto, el PP estará entretenido en su calvario judicial por los casos de corrupción. Finalmente, rebajar la tensión con la Generalitat limitará el combustible para la política incendiaria de C’s… Podría haber sanchismo para seis años, pero muy difícilmente Sánchez tendrá la convicción o la fuerza para formular una propuesta que reconozca la realidad nacional catalana. Sea como sea, ahora ya sabemos que la salida al conflicto sólo puede venir de la mano del diálogo y la negociación. El qué, el cómo y el cuándo dependerá de la inteligencia y del margen de maniobra de unos y otros.
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