análisis
El nuevo rap callejero, una generación sin ataduras
Los jóvenes raperos no deben nada a la industria, la tradición musical española ni la política
Ramón Vendrell
Periodista
Ramón Vendrell
Es una generación sin ataduras y eso es lo mejor que puede pasarle a un artista. No tiene ataduras la nueva generación del rap español porque es por completo autogestionaria. No necesita a la industria, ellos son la industria gracias a la tecnología.
Pero también es una quinta sin ataduras con una tradición porque en España el rap sencillamente no ha existido hasta ahora (es una hipérbole, claro está, pero pequeña). Son como un meteorito caído del cielo, lo cual les permite picotear sin complejos de aquí y de allá, del rock radical vasco, de la rumba calorra, del reguetón, de la salsa, de la música disco... De lo que les sale de las narices. Ya puede decir Loquillo que le importan un pepino el rap y los raperos con sus líos con la ley. A ellos sí que les importan un pepino Loquillo y todo el rock y el pop carcamal español, músicas que al fin y al cabo no han movido un dedo desde sus torres de marfil por la hornada crecida durante la crisis. Lo único que saben estos chavales de Loquillo es que es un señor vestido raro que vendió su imagen al Banco de Sabadell cuando arreciaba el drama de los desahucios hipotecarios.
Esto nos lleva a otra falta de ataduras: las políticas. Ya no es que no confíen en las autoridades ni en los partidos, es que no respetan ni a unas ni a otros, cosa muy normal si has visto a tus padres o a los de tus amigos perder el trabajo, cuando no la casa.
Por último, apenas tiene ataduras tecnológicas este reemplazo. Jolines, el móvil es el nuevo culo, todo el mundo tiene uno, y allí está casi todo lo que necesitan para empezar a crear. Una colecta para comprar en un bazar a precio de risa un altavoz autoamplificado con conexión 'bluetooth' y ya pueden montar donde les plazca un fiestón. Los altoparlantes de marras meten un ruidazo formidable (la calidad del sonido es un concepto viejuno a más no poder). Desde la época del 'doo wop' no existía una música callejera tan pura y libre. La numerosa presencia de chicas en la actuación de Ayax y Prok en Razzmatazz es un indicador inequívoco de que el rap callejero está destinado a triunfar.
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