Christian Oliva-Vélez: "El Papa levantó la mano y bendijo a Eros"
Núria Navarro
Núria NavarroPeriodista
Núria Navarro
Christian Oliva-Vélez (Buenos Aires, 1973), un hijo de la aristocracia argentina que se ha movido en el mundo de la moda y la comunicación, es el dueño de Eros, un teckel con un infausto pasado. El perro ha tenido suerte, pensarán ustedes. Pero la historia muestra que la fortuna fue compartida.
–Yo trabajaba en un gabinete de comunicación, resbalé en la empresa y me hice un esguince en el talón de Aquiles. No le di importancia y seguí con mi vida, trabajando y haciendo deporte, hasta que un día no pude cruzar la calle. Se había desatado una artrosis cervical degenerativa. Y al poco de volver al trabajo, me echaron. Empecé a tener ansiedad y terminé con ataques de pánico. Estuve muy, muy medicado.
¿Y apareció Eros? Lo rescaté un poco antes. Por la lesión, no podía tener perros de más de 7,5 kilos. Enamorado de los teckel, una amiga me dijo que en 'Segunda Mano' un anunciante de Sevilla regalaba cachorros. Pagué el envío, pensando que él me lo llevaría a Madrid, pero lo envió por MRW mascotas. Eros llegó con el rabo roto, el pelo de la nuca quemado y sin uñas. El despido me decidió a dedicarme a los perros víctimas de maltrato (yo también lo sufrí). Y me puse a trabajar en Dog friendly traveller, mi plataforma en internet, que lancé en el 2015.
El Papa Francisco llevaba poco en el Vaticano. Yo vivía al lado de San Francisco el Grande, en Madrid, me había pasado lo que me había pasado, quería emprender ese nuevo proyecto y sentí la necesidad de comunicarme con el Vaticano.
¿De veras? Crecí en una familia católica, apostólica y romana practicante. Mi madre fue recibida por todos los papas –tomó la comunión con Pío XII en la Capilla Sixtina–, así que me la llevé, junto a Eros, a la audiencia general en Roma. Al acabar la misa, el papa Francisco se acercó a saludar a todos. Mi madre llevaba una carta del que fue su secretario en el obispado de Buenos Aires y una virgen. Yo empecé a temblar. El Sumo Pontífice extendió los brazos hacia Eros, como si estuviera viendo al Espíritu Santo, y lo bendijo. Eso me dio la fuerza para seguir adelante.
Usted es un patricio argentino. Solo contaba con la indemnización y el paro. Otra cosa fue de pequeño. Me prepararon un jardín para que hiciera avistamiento de aves y monté a caballo muy pronto. A los 5 o 6 años organicé una fundación para proteger a los animales. A los niños que se portaban mal con ellos, los metíamos en un cesto y les echábamos lombrices y cienpiés.
Cuénteme algo más de su familia. Mi abuelo materno fue el presidente de la editorial jurídica 'La Ley', que heredó de mi tío abuelo, ministro de Exteriores en las dos presidencias de Perón, embajador en Washington y ante la Santa Sede. Cuando yo tenía unos 4 años vivimos exiliados en Punta del Este, porque los montoneros raptaron al hermano de mi abuela. Ella vendió su mansión de La Caleta para pagar el rescate, pero murió a los tres días. Una historia triste.
No encaja el maltrato al que se refería antes. MMi padre... Al que trato de perdonar. Mi madre se pudo permitir el lujo de divorciarse, coger a sus seis hijos –yo tenía 10 años– y mudarse a España. Su ejemplo de ayuda a los demás ha sido inspirador.
–Sin tener una fortuna, no para usted de empujar acciones solidarias. Hago lo que puedo. Libros para la Ciudad de Los Muchachos, una recaudación tras el incendio de Galicia... Ahora, con el apoyo de Bayer, he montado la exposición Eros Barcelona, en el Hotel Murmuri, para fomentar el no abandono. El dinero irá a Dogtor Animal, de terapias asistidas con animales.
Volvamos a Eros. Viajan juntos. Sí. Empecé a recibir invitaciones de oficinas de turismo de Noruega, Francia, República Checa o Austria para contar mis viajes de fomento del no al abandono. Y se me ocurrió mostrar cómo es el hombre 'dog-friendly traveler'. Eros ha posado con David Meca, Lulú Figueroa, Eugenia Ortiz, Miguel Palomo Danko, María León de Castillejo...
Se codea con todo el mundo. Yo he vivido en Mónaco, Vitoria, Irlanda, Salamanca, Punta del Este... Soy un poco perro, me gusta hacerme amigo de todo el mundo.
¿Habla con su teckel? Desde que una vez casi lo pierdo, de tan medicado como iba, le canto 'Cachito mío' de Nat King Cole. Ese día dejé los fármacos y Eros empezó a formar parte de mi terapia. Es mi ángel de la guarda. Un ser puro.