Análisis

Un debate que no puede ser permanente

El proyecto del tranvía por la Diagonal no debe acumular más retrasos según convenga a intereses de unos y otros

Un convoy del Trambaix llega a una parada cerca de la plaza de las Glòries.

Un convoy del Trambaix llega a una parada cerca de la plaza de las Glòries.

LLUÍS INGLADA

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Estamos demasiado acostumbrados a creer que las infraestructuras pueden asumir tanta flexibilidad como sea necesaria con respecto a sus calendarios hasta que se convierten en realidad o no. El caso de la ampliación y conexión del tranvía por la Diagonal de Barcelona es uno de estos ejemplos. Llevamos demasiado tiempo debatiendo sobre un proyecto que ya está suficientemente analizado técnicamente, y dilatando en el tiempo la decisión definitiva sobre su ejecución. Al margen de la pérdida de oportunidades que ello pueda significar, un proyecto como el del tranvía no debe perdurar indefinidamente en la nube de la discusión sencillamente porque las urbes y la sociedad evolucionan en sus necesidades y  hábitos y lo que se planteó años atrás quizá no sea lo mismo que necesitaremos mañana. Las instituciones deben aprender a programar y planificar las infraestructuras aunque sean polémicas y decidir sobre ellas, ejecutándose cuando corresponde. 

Miremos, si no, lo que ha pasado con el Corredor del Mediterráneo, que para muchos ya no es exactamente el mejor modelo que hoy necesita la competitividad del país, porque su ejecución llega tan tarde que corre el riesgo de no responder a la totalidad de las expectativas actuales. De hecho, a fecha de hoy no sabemos cuádo se hará.

El riesgo es que el tranvía por la Diagonal también se nos quede obsoleto por el retraso continuado y excesivo sobre su decisión. Y ya sabemos que los equilibrios políticos y presupuestarios son esenciales en estas cuestiones, pero deberíamos poner al frente los requerimientos y necesidades reales de las ciudades y del territorio en el momento de plantear las infraestructuras.

No es extraño pues que haya quien ha empezado a poner el grito en el cielo y encender luces de alarma a la hora de alertar sobre un retraso que pasa de castaño oscuro. Ya es bastante difícil ponerse de acuerdo en el modelo de tranvía que queríamos como para introducir en el debate el factor tiempo, yendo alargándolo tanto como convenga a unos o a otros.

El tranvía sigue siendo una apuesta firme de muchas ciudades europeas y Barcelona aún mantiene un trazado urbano favorable, como es el caso de la Diagonal. El proyecto ya había reunido las aportaciones técnicas y los soportes necesarios y no se entendería que, por la debilidad política actual, volviera al cajón donde se guardan las infraestructuras que nunca fueron realidad.

Proyectos frustrados

Hace tiempo, la Diputació de Girona impulsó una exposición con algunos proyectos singulares de equipamientos y actuaciones que nunca han llegado a ver la luz. Quizá el tranvía de la Diagonal acabará formando parte de una futura muestra de la Barcelona que nunca veremos, aunque esto, en ningún caso, sería deseable porque querría decir que hemos sumado un nuevo fracaso para el desarrollo de la ciudad. Se trata de algo tan simple como tomar una decisión y no alargarla indefinidamente.