EL DEBATE SOBER LA INVESTIDURA

Puigdemont o Soraya

El Gobierno ha vuelto a cometer el error de intentar ganar en los tribunales lo que no pudo en las urnas

Fachada del Tribunal Constitucional.

Fachada del Tribunal Constitucional.

MARINA LLANSANA

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La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha entrado en el debate sobre la investidura como un elefante en una cacharrería. Si había alguna opción de que los grupos parlamentarios acordaran un candidato que no fuera Carles Puigdemont, ella ha hecho saltar la opción por los aires: ahora la elección es entre Puigdemont o Soraya, y a estas alturas ya deberían saber que en la política catalana no hay nada que cohesione más que cerrar filas contra el PP.

Dicen que el hombre –y la mujer– es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Cegados aún de rabia por la aparición de urnas en más de 2.000 colegios sin haber podido intervenir ni una, humillados por los resultados electorales del 21-Dresultados electorales del 21-D que les han llevado a la irrelevancia del grupo mixto, tocados por la derrota del 155, ofendidos por la propuesta de Puigdemont como candidato, y nerviosos por si lograba burlar los controles policiales y entrar de incógnito en el país, el Gobierno español ha vuelto a cometer el mismo error de siempre: intentar ganar en los tribunales lo que no ha podido ganar en las urnas. Una estrategia que ha sumido el Estado español en la crisis institucional y política más grande desde la recuperación de la democracia

Ocho años después

Hay cierto consenso entre los analistas sobre que el proceso soberanista comenzó en 2010 a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional recortando el Estatut refrendado en las urnas. Allí empezó en Catalunya la desafección hacia los poderes del Estado y se disparó el número de catalanes favorables al derecho a decidir. Como la historia se repite, los errores también, ocho años después se vuelve a cometer exactamente el mismo despropósito: el TC volviendo a pasar por encima de la voluntad democrática de los ciudadanos expresada mayoritariamente en las urnas.

Esto es lo que ha pasado: Puigdemont ha sido elegido en unas elecciones anómalas convocadas por el 155 –y con participación récord–, pero lo que han votado los catalanes no ha gustado al Gobierno español, que ha puesto el Tribunal Constitucional contra las cuerdas para que acabara resolviendo una vez más que los catalanes no hemos votado bien. Con una resolución que limita derechos fundamentales sin base legal, que aplica medidas cautelares que han puesto los pelos de punta a juristas de todos los rincones del Estado, y que violenta el Estado de derecho hasta un punto de no retorno.

Ünico candidato

La semana pasada Puigdemont debía tomar una decisión difícil, una decisión a la que tarde o temprano se tienen que enfrentar todos aquellos que se dedican a la política: elegir desde qué lugar puedes ser más útil al proyecto político que defiendes. Y a veces este lugar se encuentra a un paso al lado de donde estás. Pero ahora Soraya Sáenz de Santamaría le ha resuelto el dilema, blindándole, haciendo que sea el único posible candidato que puede proponer el independentismo, y dándole más apoyo social y político del que había tenido nunca antes. Genios.