Días de rebajas
Los números rojos del viernes negro
Es posible que la jornada solo suponga el anticipo de las compras navideñas, pero con un menor beneficio comercial
Marta Tena
Profesora IQS School of Management.
MARTA TENA
Hoy celebramos un año más el ya famoso Black Friday. La campaña arranca el día 23 a medianoche en los comercios 'on line', pero en el 89% de los casos durará más de un día. Estamos ante un auténtico bombardeo de mensajes publicitarios del que difícilmente podremos escapar.
Según un estudio de Deloitte realizado en 10 países europeos, los españoles serán, con 633 euros por hogar, los europeos que más gasten esta Navidad, y el Black Friday se llevará un 33% del presupuesto navideño. Ahora bien, a pesar de los optimistas vaticinios, si nos atenemos a la rentabilidad de esta acción comercial todo apunta a que es, cuanto menos, cuestionable.
Si un tercio del gasto destinado a las Navidades se produce alrededor del Black Friday, la reflexión es la siguiente: ¿se ha incrementado el consumo o simplemente se han adelantado en el tiempo las compras navideñas? ¿Se ha reducido el margen de algunos productos que se habrían podido vender con toda seguridad en Navidad sin esa reducción de precio?
Que justamente antes de la mejor época de ventas del año los comercios vendan sus productos con interesantes descuentos no tiene aparentemente mucho sentido. ¿Tendremos las mismas ventas ya previstas pero vendidas a un precio inferior? Si es así, el Black Friday se convierte en una maniobra de márketing que anticipa compras pero reduce beneficios para los comercios.
Por otro lado, la popularidad mediática del evento comporta un añadido contraproducente: es posible que sumarse al Black Friday no dé beneficios, pero quedarse al margen de él puede ocasionar pérdidas. En ese escenario, todos los comercios pierden, y especialmente los pequeños establecimientos que no pueden competir en una oferta tan agresiva de descuentos como los grandes. De nuevo el pequeño se siente amenazado.
Otro aspecto cuestionable es el posible consumismo de esta estrategia comercial, generando compras innecesarias y desequilibrios en la economía familiar. Por ello, en las fechas previas no dejan de publicarse guías de ayuda al consumidor para aprender a comprar racionalmente en esta jornada de descuentos. En realidad, estas guías no hacen más que promocionar el evento y generar expectación y deseo de un mayor consumo.
Riesgo para el consumidor
La tentación se presenta en mayúsculas para el consumidor al permitir en un solo clic beneficiarse de un sustancial descuento en un producto que tal vez nunca había planificado comprar. Ahí está el riesgo para el consumidor: comprar productos que no le van a reportar mayor utilidad que el acto de compra en sí. Desde este punto de vista, el consumidor también pierde.
Cuando el Black Friday haya pasado, todos hablaremos de las enormes ventas que ha comportado. El consumidor deberá analizar su comportamiento de compra y valorar la salud de su bolsillo tras la tentadora jornada de descuentos. Y el comercio tendrá que hacer sus números, y si se descuida, es posible que dejen de ser negros para convertirse en rojos.
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