Tú y yo somos tres

Las cloacas de Estado y sus ratas

FERRAN MONEGAL

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A lo largo de toda la emisión del documental <i>Las cloacas de Interior</i> (TV-3), fue apareciendo un obrero limpiador, anónimo, intentando limpiar el cristal de una ventana. El vidrio, de tan sucio, estaba opaco. El limpiador le pasaba, una y otra vez, tenazmente, una escobilla con jabón y detergente. Pero no había manera. El cristal continuaba cada vez más sucio, y más opaco.

¡Ah! Esta imagen, en forma de aria, de ritornello visual, me ha parecido enormemente acertada. Los cristales de las cloacas no se limpian con jabón. Llevan muchos años de podredumbre acumulada. Lo dijo Baltasar Garzón en un momento dado: «Las malas prácticas policiales no surgen como las setas, de temporada en temporada. Surgen de una cepa que está arraigada». Exacto. La franquista brigada político-social sigue cabalgando.

Esta pequeña parte de las cloacas de Estado que la inteligencia y la tenacidad de los periodistas Carlos Enrique Bayo y Patricia López nos han enseñado (diario Público.es y Mediapro), ha tenido momentos de una contundencia incontestable. Por ejemplo, las ramificaciones del nauseabundo intercambio de maquinaciones contra políticos catalanes que protagonizaron el que era ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el jefe de la Oficina Antifrau de Catalunya Daniel de Alfonso.

También las declaraciones del comisario más condecorado de la policía, Jaime Barrado, que ante el asco que le provocan sus propios compañeros, exclamó: «El sistema está tan corrupto que expulsa a los decentes». Por ejemplo, también, el clarificador modus operandi que nos detalló Bayo sobre la fabricación de informes falsos, y quienes se encargan de publicitarlos.

¡Ahh! Ha sido demoledor. Hay otra parte en este trabajo, que parece incrustada, sobre el tema de los honorables capitales escondidos en Andorra. Es una incrustación que merecería meditarse. Que la cantidad descubierta -método al margen- fuera relativamente poca en el tardío momento de buscarla, solo parece indicar que este paraíso actuaba como zona de tránsito.

La noticia de que las grandes cadenas se niegan a difundir este trabajo, lejos de ser un menoscabo, prestigia el documental.

En casa nos han gustado mucho las palabras de Joan Salvat en la presentación: «Demuestra que el periodismo debe cuestionar a los gobiernos de turno.Únicamente así puede cumplir su función social». Pues ánimo, que cloacas no nos faltan.