EL RADAR
Le Pen, amor y miedo
La postura de Mélenchon de no apoyar a Macron le ha generado muchas críticas
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Se preguntaba Yanis Varoufakis en una entrevista en 'Le Monde': "¿Es Marine Le Pen realmente más aceptable que su padre? ¿Es Macron peor, desde un punto de izquierdas, que Jacques Chirac en el 2002?" La respuesta probablemente es que no en ambos casos, con toda seguridad en el primero, tal vez en el segundo. Y sin embargo, Marine Le Pen ya ha logrado algo que jamás consiguió su padre: legitimidad. Muchos votantes de izquierdas no votarán a Emmanuel Macron por motivos ideológicos, aun a riesgo de que en caso de que los sondeos se equivoquen y calculen mal, una derrota de Macron equivalga a una victoria de Le Pen.
Varoufakis criticaba con su afirmación a Jean-Luc Mélenchon y a muchos de sus votantes, que optarán por el voto en blanco o la abstención antes de apoyar al exministro de Economía de François Hollande. Cuando la elección es binaria, no hay espacio para el pensamiento propio. Cuando se toca a rebato, no hay tiempo para sutilezas. Cuando arrecia la tormenta, todo lo que no sean adhesiones es visto como una extravagancia peligrosa, un lujo suicida en tiempos convulsos.
LA DISYUNTIVA
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"Decía Maquiavelo que los hombres actúan siguiendo básicamente dos impulsos: el amor y el miedo", recordaba en una carta sobre las elecciones francesas David Arasa, de Begues. Si a Macron no se le vota por amor, hay que hacerlo por miedo. Esa es la disyuntiva ante la que se encuentra el electorado francés, lo cual es ya de por sí una derrota para el país. "La precariedad laboral en España me obligó a emigrar a París, donde llevo casi dos años trabajando como fisioterapeuta en la función pública.
Macron pretende suprimir 120.000 puestos de trabajo de funcionarios y Le Pen promete un referéndum por el 'frexit'. Quizá sea ahora cuando deba empezar a plantearme el volver a España, quizá en dos semanas, al igual que lo hará el pueblo francés, me toque decidir y elegir la opción menos mala", escribe desde París Meritxell Sacasas.
INDIGNACIÓN POLÍTICA Y MORAL
Es muy comprensible la indignación, no tan solo política, sino moral, de quienes afean a Mélenchon que no se haya sumado al frente contra Le Pen. No es nueva. Aún hoy resuenan voces que acusan a los seguidores de Bernie Sanders de no haber hecho lo suficiente para evitar la victoria de Donald Trump. Entonces, uno de los errores de cálculo a la hora de interpretar lo que estaba sucediendo fue creer que aquellas elecciones iban de cualquiera, incluida Hillary Clinton, antes que Trump, cuando en realidad se trató de todo lo contrario: aquello fue de cualquiera, incluso Trump, antes que Clinton. Cabe confiar en que no se repita el mismo error de interpretacin con Le Pen.
El papel de Mélenchon y de la izquierda que representa (ya no se sabe si nueva o vieja o diferente) es sin duda muy discutible, y de hecho ha generado en la conversación pública un animado debate. Una victoria de Le Pen sería un desastre sin paliativos, y ese es sin duda un gran argumento para votar a Macron.
CONTRIBUCIÓN DEL NEOLIBERALISMO
Eso es lo que argumenta Varoufakis y una parte importante de la opinión pública y publicada. Pero aceptado este hecho, conviene no olvidar que el neoliberalismo ha contribuido como el que más a que el Frente Nacional rodeado por un cordón sanitario de Jean Marie Le Pen del 2002 sea en el 2017 una formación legítimas con un discurso político consolidado.
La borrachera financiera, la desregularización, la ruptura de los consensos sociales y el desmoronamiento del Estado del Bienestar son algunas de las causas que explican el auge de Marine Le Pen. Macron tal vez sea una ruptura de los partidos tradicionales, pero sus políticas y sus propuestas explican en parte el camino que ha trazado Francia desde el 2002. Así que sí, cualquiera antes que Le Pen, sin duda, no cabe mirar hacia otro lado contra la xenofobia y la ultraderecha. Pero para muchos será por miedo, no por amor. Y lo que no será es un cheque en blanco.
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