Un debate imprescindible
Barcelona se propone crear empresas públicas de agua y luz con escasa controversia política y mediática
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
Con pocos días de diferencia, hemos sabido que el Ayuntamiento de Barcelona pretende crear sendas empresas públicas para gestionar el ciclo del agua y la luz que consume el propio consistorio para evitar sacarla a concurso público. Lo que resulta ciertamente curioso es que un asunto de tanta trascendencia a penas haya tenido un mínimo debate público, ni político ni mediático. De hecho, este viernes la creación de la nueva compañía pública de energía no ha contado prácticamente con oposición en el pleno municipal, solo el PP se ha opuesto. Resulta ciertamente sorprendente que ni PDeCAT ni Ciudadanos hayan votado en contra. En fin, cosas de la postmodernidad.
Este viento remunicipalizador -eufemismo para no hablar de nacionalizaciones- sopla amparado por los destrozos de la actual crisis y por los excesos de ciertas compañías que quisieron pasar de ser monopolios públicos a monopolios privados. Pero esta es una visión adanista. La compañía que gestiona el agua en Barcelona ya es un consorcio público privado. Y no todo lo público ha pasado mejor la prueba de la crisis que lo privado. Una parte sustancial de los agravios que llevaron al poder a los actuales gestores de la ciudad los cometieron las cajas, que eran entidades de derecho público y que -como hemos visto en los casos de Bankia y de CatalunyaCaixa- se han llevado la mayor parte de las ayudas del Estado a pesar de que fueron las responsables de la burbuja inmobiliaria y de los desahucios en mayor medida incluso que la banca estrictamente privada. Aunque también haya excepciones como La Caixa o Kutxabank.
Es ingenuo pensar que la simple gestión directa de los servicios públicos mejorará la eficiencia en la gestión hasta el punto de abaratar el precio para el público. Se olvidan algunos de los tiempos en los que las compañías eléctricas eran públicas, momento en el cual la tarifa de la luz acumuló una parte sustantiva del déficit que hoy encarece el recibo. Hay que debatir el tema a fondo, no todo lo que se deje de pagar a las concesionarias será beneficio neto. Habrá nuevos costes. Y hay que pensar también que las compañías que gestionan hoy unos, mañana lo harán otros. ¿No sería mejor regular mejor antes que nacionalizar?
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