LA REPRESENTACIÓN DEL DOLOR
El grito ahogado en 'Manchester frente al mar'
De esta película de Kenneth Lonergan aprendemos que, en ocasiones, no se pueden superar hechos que nos han destrozado
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Las heridas están abiertas, el dolor se mantiene intacto, la culpa lo ha congelado. Lee Chandler, el protagonista de 'Manchester frente al mar se cobra a sí mismo una penitencia altísima, transformando su vida en mera existencia para redimirse del error que ha provocado su mayor desgracia. Todos sabemos qué es no poder expresar nuestros sentimientos, el nudo en la garganta, el vómito a punto de escapar. Cómo el remordimiento nos atrapa en una cárcel interior. Cómo el pasado nos asalta y el presente resulta anodino. El único refugio, la soledad.
CHOQUE EMOCIONAL
No había lágrimas en la sala del cine al acabar la película, pero nadie podía levantarse del asiento. Con gotas de humor y momentos cálidos, siempre de manera sobria y magistral, el director Kenneth Lonergan sabe expresar el dolor, el amor, el perdón y la complejidad de los sentimientos humanos. A veces nos arranca una sonrisa con la cotidianeidad absurda de los procesos administrativos de un entierro en contraste con el choque emocional.
Nos dibuja situaciones grotescas para expresar cuán profunda puede llegar a ser la imposibilidad de comunicarnos con alguien que habla suavemente junto a nosotros. O nos muestra cómo la voluntad de asumir la responsabilidad de actuar como padre de un sobrino adolescente que es precisamente eso, el conjunto de rock, el hockey y las novias de dos en dos, choca con las limitaciones que resurgen del pasado. Nos identificamos con Casey Affleck, que contenida y magistralmente interpreta al personaje de Lee Chandler cuando en los minutos finales nos confiesa: lo siento, no lo puedo superar.
DILUIR LA CULPA
De esta magnífica película, aprendemos que, en algunas ocasiones, no se pueden superar hechos que nos han destrozado. Pero, sobre todo, que hemos de saber separar en nuestra mente la acción que ha desencadenado una consecuencia desastrosa, de la intención de llevarla a cabo. Si cuando nos preguntamos si nosotros queríamos provocar aquel mal, la respuesta es no, podremos empezar a diluir la culpa y el sentimiento de irresponsabilidad que nos amordaza. Y volveremos a poder vivir y a sentir el viento en la frente al navegar por todos los Manchesters, sean o no de Massachussets, frente al mar.
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