Sí ha existido

En apenas una semana, el terrorismo ha atacado Turquía, Egipto, Somalia, Yemen y Nigeria. Ante cada nueva noticia, inevitablemente, nuestra mente se veía invadida por imágenes de fuego, sangre y polvo. Las imágenes que asociamos al terror, las que hemos visto repetidas una y otra vez. Solo cambian los escenarios. A veces, más próximos. A veces, más lejanos. También, de un modo inevitablemente humano, el dolor es más intenso cuando nos resulta más fácil identificarnos con las víctimas.

Circula un vídeo que capta el momento de la explosión en Estambul. Un grupo de jóvenes en un parque, desafinando y tocando unos acordes básicos de guitarra. De repente, a los lejos, el horizonte estalla. Al principio, ni siquiera se dan cuenta de lo que ocurre a sus espaldas. Una segunda explosión les alerta. La grabación se corta, no se ven imágenes de destrucción, sabemos que ninguno de ellos sufrió heridas, pero hay algo en esa secuencia que sobrecoge. Es ese instante, ese segundo preciso en el que todo puede cambiar. El mismo sobrecogimiento que podemos sentir al recoger unos resultados médicos o ante un imprevisto en la carretera. Ese instante que quisiéramos retroceder con una moviola… Esto no ha pasado. Esto no ha existido… Los chicos del parque de Turquía podríamos ser nosotros o nuestros hijos. Ellos están bien. Pero hoy, cientos de personas tratan de conjurar el pasado. Porque para ellos, para los suyos, ese instante sí existió.