CONTRAPUNTO
Rosa y Aylan despiertan conciencias
Como con los refugiados, Administración y empresas reaccionan más cuando peligra su imagen
Salvador Sabrià
Periodista
SALVADOR SABRIÀ
“Una vela fue la causa del incendio. ¿Pero y si esa persona no tenía luz y se iluminaba con esa vela y se quedó dormida?”. Esta frase, que parece referirse a la reciente muerte de la anciana de 81 años en Reus, forma parte de un vídeo que realizaron cinco bomberos de Catalunyabomberos de Catalunya en abril del 2015 en el que denunciaban el peligro que puede comportar incluso para la vida de las personas vivir en una situación de pobreza energética, sin los servicios básicos en su vivienda. Los mismos bomberos se quejaban ya entonces de que no se va más allá de las causas técnicas al explicar por qué se ha producido un incendio y reclamaban un cambio en las estadísticas oficiales que pueda servir para aclarar las causas reales del fuego, y no solo las evidentes. Haciendo un símil, en la situación actual sería como si a la mayoría de partes por la muerte de una persona el médico pusiese “fallo cardíaco”, sin explicar qué lo motivó. Y eso es lo que está sucediendo con los incendios, y otro tipo de accidentes, de familias que padecen pobreza energética.
Ahora, este problema que hace años que dura y que va en aumento, ha ganado presencia en la opinión pública porque a la fría estadística se le ha añadido el nombre de una anciana de 81 años, Rosa, de Reus. Más o menos como sucedió con los refugiados con la foto del niño Aylan muerto en la playa. Las administraciones y las empresas de energía han reaccionado y se pasan la pelota de la responsabilidad de unos a otros para salvar su imagen. Pero esto no solucionará el problema. Ya hay leyes que prevén fórmulas para evitar el corte de suministros en casos de personas vulnerables, pero se están demostrando insuficientes, ya sea porque no hay voluntad o capacidad para hacerlas cumplir, o porque la extensión del fenómeno obliga a tomar medidas adicionales.
Porque lo que es evidente es que la vulnerabilidad, en lugar de reducirse va en aumento, incluso ahora que muchos dicen que la crisis empieza a remitir. Hay casi un 20% de paro y muchos de los que se han quedado sin trabajo difícilmente podrán conseguir otro. Los dos filones de empleo en los “buenos años”, están muy agotados. El turismo no puede dar mucho más de sí, teniendo en cuenta que este año se han logrado todos los récords. Y la construcción, por mucho que se recupere, no llegará a los índices del boom porqué ya hay centenares de miles de casas construidas entonces y desocupadas todavía ahora y tampoco hay sueldos con capacidad para adquirir nuevas viviendas. Ante ello, la sociedad debería prepararse para adoptar medidas que permitan vivir con dignidad a un colectivo cada vez más numeroso que ha quedado al margen. Si no es así, de poco sirve lamentarse después cuando una anciana muere por una vela.
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