Análisis
¿Y si Trump no gana?
Si se impone al republicano, Clinton gobernará un país que la habrá elegido sin haber debatido por qué ella debe o no instalarse a la Casa Blanca
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Es la pregunta que provoca pesadillas desde que se empezó a intuir, en lo más crudo del invierno, que lo de Donald Trump era algo más que una broma pesada, la excentricidad de un magnate pasto de telerrealidad. ¿Y si Trump gana? Y, en efecto, ganó las primarias, se hizo con la candidatura del partido Republicano, nos lo encontramos en un duelo con Hillary Clinton. Y de nuevo, la pregunta fatal: ¿Y si Trump gana? Y cuando solo falta una semana para el primer martes después del primer lunes ahí sigue el magnate, a un paso del botón nuclear, a pesar de todo, y ese todo engloba racismo, ignorancia y acusaciones de acoso sexual. Como un malvado de peli de terror de los 80, nada puede con Trump. El último giro del guion que ha convertido estas elecciones en una de las de peor nivel de la historia de EEUU es la ¿inoportuna? carta del director del FBI que ha resucitado el escándalo de los correos electrónicos de la exsecretaria de Estado. Una sorpresa de octubre a las puertas de noviembre. "Por favor, que se acabe ya esto", reclamaba en su show el cómico John Oliver. El problema es que el martes esto no habrá hecho más que empezar.
Porque, ¿y si no gana Trump? Su figura ha condicionado tanto esta campaña que ha impedido que se hable de otra cosa. A la imagen de Francia, se ha levantado contra el magnate un "cordón republicano" formado por algunos de los principales medios de comunicación, el Washington demócrata, parte del Washington republicano, el EEUU progresista, el EEUU diverso y plural, el EEUU, al fin y al cabo, escandalizado por tanto machismo, racismo, demagogia, populismo e ignorancia y horrorizado por la imagen de Trump en el Despacho Oval. La gran beneficiada de este cordón ha sido Clinton, que en las primarias se enfrentó a un Bernie Sanders demasiado "socialista" como para ser capaz de llegar a la Casa Blanca y en las generales al candidato más impresentable en décadas. Una combinación perfecta. Y, a pesar de todo, ahí sigue Trump, lo cual dice mucho del EEUU que lo arropa, pero también de la incapacidad de Clinton para convencer a muchos conciudadanos de que es mejor que el magnate.
FATALISMO ILUSTRADO
Si nos fiamos de las encuestas, la carrera está más desequilibrada de lo que parece en los términos que cuentan, que son los votos del colegio electoral por estados, pero el brexit, Colombia y cierto fatalismo ilustrado nos han enseñado a desconfiar de los sondeos. Así nos lo advierten también muchos de los que viven en EEUU. ¿Y si Trump gana? Un desastre sin paliativos. Pero habría que preguntarse también qué pasa si decenas de sondeos en 50 estados no se equivocan al mismo y Trump no gana. Tocará respirar aliviados. Será presidenta Clinton, y hará historia porque será la primera mujer en llegar a la Casa Blanca. Pero con ella viaja una mochila, la misma que le está dando posibilidades a Trump de vencer hasta la última semana: su opacidad, su enrevesada forma de justificar sus actos, su marido y todo lo que ello implica. Y sus políticas, ahí está su trayectoria como senadora y secretaria de Estado. Si Trump no gana, sus votantes no van a desaparecer, y Clinton gobernará un país dividido que la habrá elegido presidenta sin haber debatido en serio por qué ella debe o no instalarse a la Casa Blanca, ya que solo se ha hablado de por qué no debe hacerlo su adversario republicano. Qué pesadilla de campaña, para EEUU y para el resto del mundo.
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