INTANGIBLES
Más mentiras sobre las pensiones y una oportunidad
La garantía de las pensiones es cierta, pero nadie garantiza su cuantía ni su poder adquisitivo
Jesús Rivasés
Periodista
JESÚS RIVASÉS
Fátima Báñez, la ministra que con un par de tacones sacó adelante la discutida reforma laboral, tiene asegurado un puesto en el nuevo Gobierno, aunque Rajoy -como a nadie- no le haya dicho nada. Mientras llega ese momento, la responsable de la Seguridad Social sugiere la posibilidad de compatibilizar el 100% de la pensión de jubilación con un empleo remunerado. Es lo que ocurre en países como Alemania, Francia, Reino Unido, Suiza y Suecia, por citar algunos. En España está permitido, siempre que en un trabajo después de la jubilación no se gane más del salario mínimo. Hay excepciones. Por ejemplo, los profesionales integrados en Mutuas -abogados, ingenieros, arquitectos, etc-, que sí pueden trabajar y cobrar sin límites tras la jubilación.
El anuncio de Fátima Báñez es un paso más en el intento de encauzar el inmenso problema de las pensiones españolas, que en el 2016 supondrán un gasto superior a los 130.000 millones anuales, cifra que crecerá en los próximos años, sin que se atisbe una solución. La sugerencia de Báñez ha generado suspicacias sindicales -y en parte empresariales-, alentadas por quiénes esgrimen que permitir trabajar -y cobrar- a los jubilados detrae oportunidades a otros trabajadores, sin que nadie se fije en los colectivos -profesionales- que ya lo pueden hacer. La propuesta de la ministra acarrea cotizaciones de solidaridad para quiénes se acojan a la fórmula y, aunque nadie lo dice, sería una forma de mitigar pérdidas futuras de poder adquisitivo de las pensiones.
Todos los Gobiernos de la democracia han proclamado con solemnidad que las pensiones estás garantizadas, gracias a sus sucesivas reformas. Todos tenían razón, pero siempre fue una verdad a medias, es decir, una mentira. El propósito de todas las reformas ha sido endurecer las condiciones de acceso a una pensión para que inicialmente sea menor y reducir un gasto desbocado. La garantía de las pensiones es cierta, pero nadie garantiza su cuantía ni su poder adquisitivo, en un sistema de solidaridad, basado en una fórmula piramidal, sobre todo en un escenario demográfico de envejecimiento de la población.
Mariano Rajoy, a punto de ser investido presidente del Gobierno otra vez, es consciente del problema de las pensiones y de todas sus mentiras. Defiende que el asunto requiere de un gran pacto nacional. Por caminos enrevesados va a llegar a donde quería, a un Gobierno que requiere el apoyo del PSOE para los temas fundamentales. Ahí surgiría la gran oportunidad. Los socialistas pueden hacer una oposición feroz al PP, pero nada impide que colaboren y pacten para buscar un futuro posible para las pensiones. Diga lo que diga Pablo Iglesias, nadie más se lo reprocharía. Más dudoso es que populares y socialistas alumbren un sistema realmente viable, lo que requeriría compaginar solidaridad y capitalización, pero esa es otra historia. Lo primero sería no fabricar más mentiras y aprovechar la oportunidad.
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