Mensajero de dos mundos

JUAN VILLORO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En 1989 un grupo de niños indígenas mexicanos viajó a España para hablar de su cultura con la franqueza y la imaginación concedidas por la infancia. A su regreso, escribí una crónica sobre un miembro de la tripulación: Rosalba Tepole Quiahua. Lo primero que me dijo fue: “¿Usted es antropólogo? La gente con barbas es antropóloga”. Con enorme fluidez, habló de su viaje y su singular encuentro con el rey Juan Carlos: “Me lo imaginaba como el Rey de la baraja, no como un señor”.

Esa travesía fue posible gracias a Miguel de la Quadra-Salcedo, atleta que participó en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960, y pasó de lanzar jabalinas a hacer reportajes sobre inventores de la esperanza. Entrevistó a Pablo Neruda, Salvador Allende, el Dalai Lama e Indira Gandhi. Solo un aventurero de este tipo podía crear el proyecto Ruta Quetzal, destinado a embarcar jóvenes de 54 países en las aguas de América Latina y España.

Rosalba nació en Zongolica, Veracruz, y pertenece a la comunidad nahua. Cuando supo que conocería a un monarca, se preguntó cómo saludarlo y la espontaneidad vino en su ayuda: “Hola, Rey”, le dijo.

Narré la escena en la revista 'México indígena', bajo el título de “Hola, Rey”. Durante 27 años perdí la pista de Rosalba y me pregunté qué habría sido de esa niña que soñaba con elocuencia en náhuatl y castellano. Finalmente, hace unas semanas, un conocido me dio un sobre de su parte, con su teléfono y una foto en la que viste una blusa tejida y sostiene un micrófono. De manera apropiada, la niña a la que nunca le faltaron las palabras dirige la radio indígena de Zongolica.

Rosalba estudió Comunicación, está casada y tiene un hijo que cursa el último semestre de Derecho. Al frente de la radio indígena ha promovido la diversidad. Me contó esto con la certeza de quien redacta hablando y marca con su voz los puntos y las comas.

Su excepcional historia fue posible gracias a que el Rey de España intercedió para que México le concediera una beca. Sin embargo, antes de eso, otra persona ya había cambiado su vida: el mensajero de dos mundos, Miguel de la Quadra-Salcedo, que el pasado 20 de mayo murió en Madrid, a los 84 años.