EDITORIAL

Primer paso para salvar la Tierra

La trascendencia del pacto del clima radica en que todas las naciones se comprometen a cumplir sus objetivos

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Dijo días atrás el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a los delegados participantes en la cumbre del clima de París: "El mundo espera de vosotros algo más que medias tintas". Y a juzgar por la retórica, los gestos y los adjetivos con que ayer fue recibido el texto final del acuerdo (desde "histórico" hasta "hito", pasando por ese "primer pacto universal de la historia de las negociaciones climáticas" del que habló el presidente francés, Françoise Hollande) parece que por fin la comunidad de naciones he entendido que en la lucha contra el calentamiento global ya no cabían más dilaciones suicidas.

El texto final del acuerdo de París marca como objetivo principal impedir que el aumento de la temperatura media del planeta por el cambio climático supere a final de siglo los dos grados con respecto a los niveles preindustriales, que se considera el umbral simbólico que separa una situación tolerable de otra con daños irreversibles (incluso propone el umbral de 1,5 grados como meta alcanzable si fuera necesario). El texto prevé diferentes velocidades en la reducción de emisiones y se emplaza a los países en desarrollo a aminorar el ritmo de crecimiento y apuesten por una reconversión futura de sus fuentes de energía. El texto es jurídicamente vinculante excepto en lo que se refiere a la reducción de emisiones. Es esta la fórmula que ha permitido que se sumaran al acuerdo países como China, India y Estados Unidos. Un acuerdo de mínimos que marca unos objetivos ambiciosos de carácter universal, y ahí radica su trascendencia. Por este motivo, las oenegés presentes en París, poco proclives a aplaudir las políticas medioambientales de los gobiernos, celebraban ayer un texto que a su juicio puede hacer irreversible la transición a una economía baja en carbono.

Llega el momento de velar (y de exigir) por el cumplimiento del trascendente acuerdo. Porque no hay que llevarse a engaño: contener el calentamiento global significa no depender de forma prioritaria de las energías fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, a causa de las emisiones de CO2 que generan. El cambio económico y geoestratégico que esto supone a nivel mundial es de tal envergadura que lo acordado en París solo puede considerarse como el primer paso verdadero de un largo y duro camino.