Florentino, Jefe del Estadio
Cuando el árbitro pitó el final del clásico para los desconcertados seguidores madridistas no había margen de autoengaño: veían venir que la pañolada masiva contra el Líder Máximo, responsable total y exclusivo del 0-4, era su único alivio / desahogo pues todo seguiría igual.
El caudillo blanco tiene atadas y bien atadas las cosas para permanecer en el cargo, haga lo que haga, hasta que muera (porque inmortal no es, como tampoco lo era el otro gran fan del Bernabéu), o hasta que designe sucesor. Prácticamente nadie, salvo su persona, puede reunir las condiciones que él mismo ha fijado, vía modificación de la legalidad anterior, para acceder a su destacada Jefatura del Estadio.
Pero hemos tenido un gran pospartido. Para los paladares sensibles ha sido tan excitante y dulce como los 90 minutos de juego de aquella exhibición barcelonista. Analicemos algunos momentos memorables:
1. Resaca con alcohol. Cuando Florentino quiso lanzar su mensaje de ratificación de Benítez tuvo que hacerlo en un espacio improvisado. El sitio habitualmente previsto en el Bernabéu para sus comparecencias había sido temporalmente vendido para una promoción de vinos. ¿Les faltaba alguna prueba de que en el Bernabéu tienen preferencia los negocios respecto al fútbol?
2. El sabor de la mentira. Cuando la prensa recordó a Florentino que sus ratificaciones no tienen credibilidad (la que efectuó el año pasado con Ancelotti, no sirvió para nada) el capo del palco se enredó en unas explicaciones / justificaciones tan lamentables como poco convincentes. Tal es así que las casas de apuestas decidieron pagar muy poco, un 1,1% exactamente, a quienes arriesguen su dinero a favor de que Benítez acabará la temporada. En junio, cuando le ficharon, se pagaba el triple.
3. Breve propósito de enmienda. En menos de una semana esos propósitos han demostrado ser poco consistentes. En realidad duraron únicamente un rato. En el partido de Champions del miércoles, en campo del Shakhtar, el Madrid pasó del 0-4 a encajar tres goles en los 11 minutos finales y pidiendo la hora.
Ante el declive de Ronaldo y las limitaciones de Bale, la Casa Blanca además de sermonear ha empezado a trabajar para crear una nueva mitología. Esta vez el elegido es Casemiro, a quien ya llaman El Gran Ausente Trascendental de la Noche del Barça. Los propagandistas oficiales esconden que este nuevo Pelé se parece a Keylor Navas en la falta del glamur que tanto valora Florentino, y subrayan en cambio que en campo del Shakhtar intentó 93 pases y acertó en 86 (un porcentaje que Sergio Busquets hace en cada entreno).
Para el Madrid, las únicas buenas noticias de la semana las han proporcionado sus apoyos exteriores. Mariano Rajoy, seguidor del club, ha venido a decir públicamente que el Madrid pronto saldrá de su crisis. Esta declaración tiene de positivo lo mucho que sabe el presidente del Gobierno de crisis, y de negativo, la cantidad de veces que la realidad le desmiente.
Tiene más valor, en cambio, por lo que pueda suponer para la competición, el hecho de que Javier Tebas, presidente de la Liga, en un alarde de sinceridad dijese: «Esperemos que los madridistas podamos remontar el vuelo». Muchos árbitros deben ya tomar nota de lo que significa contribuir al cumplimiento de esos deseos de quien manda.
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