Las prisas de Mas
El 'president' quiere la investidura ya, antes de las generales, pero la CUP se toma su tiempo. El calendario estatutario apremia a los fundadores de la "República catalana"
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Cerca de dos meses han transcurrido desde el 27-S, sin que la autoproclamada víctoria del soberanismo, que pudo serlo en diputados (según el patrón autonómico) pero no en votos (de acuerdo con la lógica plebiscitaria), haya brindado más fruto que una proclama parlamentaria de desobediencia dos veces suspendida: primero, por el Tribunal Constitucional; y a continuación, por la ausencia de una mayoría de Govern que pase de las añagazas a los hechos.
Con el 10 de enero como fecha límite, investidura o nuevas elecciones, el calendario fijado por el olvidado Estatut apremia ya a los bravos fundadores de la "República catalana". Pero no por igual. Es Artur Mas quien más prisas tiene en revalidar la presidencia, la semana próxima a más tardar. Entretanto la CUP, dividida pero aún fiel a su eslogan electoral, "Iban lentos porque iban lejos", se inclina por dilatar los plazos hasta después de las generales del 20-D. A la fuerza anticapitalista le está costando digerir el capital electoral cosechado el 27-S. Quizá sea la falta de costumbre.
No es fácil para la CUP transitar, sin solución de continuidad, del veto a Mas a entronizarlo como 'president', sea con dos o con diez votos favorables, que tanto da. Devastador dilema el de los 'cupaires': o traicionan sus principios o se convierten en los (nuevos) villanos oficiales del 'procés' en esta Catalunya 'orwelliania'. Ardua elección.
Ironías del destino
Para Mas, en cambio, aguardar no es una opción. Cuando las urnas españolas dinamiten la mayoría absoluta en el Congreso, los diputados de Democràcia i Llibertat (sosias de la extinta CDC) tendrán distinto precio si el 'president' se ha asegurado ya un tercer mandato o si aún no ha hallado quien le invista. Que Ciutadans ganase las generales en Catalunya tampoco resultaría inocuo para la credibilidad del 'procés'. Y, de repetirse las autonómicas (¿plebiscitarias de nuevo?), la reedición (o no) de Junts pel Sí dependería en gran medida del peso que ERC y la ex-CDC tengan en el hemiciclo español tras el 20-D. Al final, la guerra intestina del soberanismo se librará en unas elecciones españolas. Ironías del destino.
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