Análisis

De Dayton (Ohio) a L'Escala (Empordà)

Decidimos abandonar Sarajevo tras encontrar una bala en la cuna de nuestro hijo

BOBAN MINIC

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La sabiduría popular bosnia explica la dureza, la frustración y el impacto emocional que provoca la salida y el abandono del hogar: «No existe la montaña más alta que el peldaño del portal de tu casa». Dentro de poco se cumplirán 20 años de paz en Bosnia y un año más (21) de mi exilio. ¿Qué tiene que ver Dayton, la ciudad americana donde se firmó el tratado que acabó con la guerra, y L'Escala, el pueblo del Empordà, lugar de exilio de mi familia? Mucho. Sin uno no existiría el otro. Lo explico.

Después de 21 meses de la guerra, al encontrar la bala de un francotirador en la cuna de nuestro hijo pequeño, decidimos sacar a los niños de Sarajevo. La salida de mi mujer con dos niños pequeños, las maletas y la sombra de mi nombre («el periodista del medio enemigo»), fue dramática, dura y confusa. El convoy con unos diez autocares, con la protección de los tanques de la ONU, necesitó tres días y tres noches para atravesar el territorio bajo control de las tropas de Mladic y llegar a Split, la ciudad de la costa croata, situada a menos de 300 kilómetros de Sarajevo. Después vino el traslado a Zagreb, más tarde a Ljubljana con numerosos (y fallidos) intentos de obtener visado para cualquier país dispuesto a recibir refugiados. Mientras tanto, los niños se escondían delante de la implacable policía eslovena que buscaba y devolvía a los refugiados sin visado a los campos de refugiados en Croacia.

La suerte cambió cuando se activó una conexión periodística y, después de cuatro meses, mi familia estaba ya acogida en L'Escala. Yo salí un año más tarde, con permiso hasta finales de 1995 y con la idea de ayudar a Bosnia desde aquí y, cuando las condiciones lo permitieran, volver a mi ciudad natal. Un mes antes de mi previsto regreso, los occidentales (principalmente los estadounidenses) cerraron a los líderes de los tres estados implicados en la guerra en la base aérea de Dayton (Ohio, EEUU) con la idea de no dejarles salir hasta que no firmaran el documento que acabaría con las barbaridades de la guerra. Y aquí empieza la conexión entre Dayton y L'Escala.

Un experimento condenado

El anexo cuatro del tratado se convirtió en la constitución de Bosnia Herzegovina que como punto de partida fijó la división territorial e institucional del país, lo que hizo de Bosnia un experimento de antemano condenado al fracaso. O, como dicen muchos dentro y fuera del país, Dayton puso a Bosnia una camisa de fuerza que impide al país normalizarse y quitarse de encima las cadenas étnicas o religiosas. Todas las cuotas están repartidas entre tres principales etnias. Como dijo alguien, los otros nos sentimos como pingüinos en nuestro propio país que, parece, no nos ha guardado sitio.

El Tratado de Dayton, más que otra cosa, nos ayudó a tomar la decisión: quedarnos en Catalunya y cambiar Sarajevo por L'Escala. Era una decisión dura, de esas que cada refugiado debe afrontarse algún día. Nosotros tuvimos la suerte de poder elegir. A los miles de sirios que estos días intentan hacer la penosa ruta del exilio, la que nosotros pasamos ya hace 20 años, ni siquiera les permiten eso. Las imágenes que llegan de las fronteras son escalofriantes. Como si salir por fuerza y sin rumbo de tu hogar no fuera ya lo suficientemente duro.