Al contrataque
La 'escala JFD'
Ha sido concretarse el acuerdo de la lista unitaria para que el 'fernandezdiógrafo' se disparara
Ernest Folch
Editor y periodista
ERNEST FOLCH
Todos los grandes fenómenos naturales tienen su método científico para medirse. Los terremotos se miden por la escala de Richter, los huracanes por la escala de Saffir-Simpson. El procés, una manifestación natural consecuencia del cóctel explosivo del PP, mide su intensidad por la escala Jorge Fernandez Díaz, más conocida como escala JFD. Esta escala medía últimamente intensidades bajísimas, cercanas a cero, en el momento en que parecía imposible la lista unitaria y el procés se disponía a simular uno de sus típicos desmayos, que algunos confunden interesadamente con su muerte: el ministro estaba callado, es decir, no sucedía nada. Pero ha sido concretarse el acuerdo de la lista unitaria para que el fernandezdiógrafo se disparara otra vez: acusó a Guardiola de ganar dinero con la selección española, volviendo a los viejos tiempos en que inventaba fracturas en las comidas de navidad o se esforzaba por hallar vínculos creativos entre independentismo y yihadismo.
Cierto, el delirio del ministro inventa figuras literarias inauditas, pero sobre todo es el único instrumento que tenemos para medir científicamente la salud del procés. Porque sus manifestaciones sobre Guardiola son el primer gran triunfo de la lista unitaria, la certificación de que el acuerdo fue un mísil imprevisto en una Moncloa a quien este nuevo artefacto le pilla una vez más en fuera de juego. Lo increíble es que cada uno de los pasos que va dando el procés sea recibido por el Gobierno con la misma candidez y estupor con la que los indígenas de América divisaban desde la playa las naves de Colón.
De la amnesia a la histeria
No sabemos muy bien cómo terminará todo, lo que sí sabemos es que los libros de historia podrán explicar que ni el Gobierno, ni sus servicios de inteligencia, ni por supuesto sus tertulianos, fueron capaces de prever ni uno solo de los pasos que se han dado. Nadie prodrá decir que cada uno de los capítulos correlativos que se han sucedido desde la manifestación del 2012 a la lista unitaria no se hayan contado paso a paso y con los correspondientes megáfonos, hecho que confirma que también el CNI se entera de lo que pasa en Catalunya por los medios y tertulias ultra: así les va. Este descomunal desconcierto explica la facilidad hilarante con la que el PP y su entorno pasan de la amnesia a la histeria: o bien no dicen nada o bien insinúan, siempre por articulista interpuesto, vagas suspensiones de la autonomía.
En medio de este vaivén ciclotímico se encuentra Mariano Rajoy, que no sabe si cambiar de tema o de repente solo hablar del tema: de su boca sale en los últimos días la palabra «independencia», antes prohibida, quizá anticipando que este no será el único punto de su programa electoral. En plena confusión hemos logrado al menos un avance. El procés ya tiene su medidor científico: la procésescala JFD
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