La ratio
Retrovisor
Josep-Maria Ureta
Periodista
JOSEP-MARIA URETA
Empresa familiar catalana de componentes del automóvil consigue aliarse con multinacional japonesa para fabricación conjunta de partes del automóvil del futuro, que será muy digital. Suena tan bien que no ha de extrañar la presencia de capital público catalán en la nueva estrategia. Concreción: Ficosa, meritoria empresa familiar catalana que resiste a la globalización, acuerda con Panasonic, multinacional global pero que ha perdido algunos trenes frente a sus competidores, intentan una nueva confluencia. Uno sabe de retrovisores, el otro ha equipado de pantallas de navegadores a los vehículos japoneses desde hace 25 años. ¿Hay mercado para fabricar un GPS del futuro para retrovisores?
En cuanto a la parte pública, el Govern reconvirtiendo créditos del ICF no satisfechos por Ficosa en participación accionarial es justificable, pero chirría si se prolonga en un mercado europeo muy competitivo en industria y receloso de las ayudas públicas que son subvenciones locales que enmascaran la incompetencia. Ficosa ha sabido jugar la baza del empleo masivo (o su despido) con el aval de tener un producto competitivo. Ese binomio ha funcionado hasta ahora ante los políticos. Está por ver su recorrido a más alcance. Lo dirá el retrovisor.
- La FGE sustituye a la fiscal de Madrid por el fiscal superior de Extremadura en la querella de la pareja de Ayuso contra dos fiscales en su caso de fraude
- Este domingo puedes visitar el bosque del Prat que solo abre 10 veces al año
- 30 frases e imágenes para felicitar el Día de la Madre 2023
- Muere Carola Miró, la esposa del expresidente de la Generalitat Quim Torra
- ¿Qué supermercados triunfan más en Catalunya? La 'pole position' de la gran distribución alimentaria se distancia de su competencia
- Un muerto en un tiroteo al lado de la parada de metro de Maresme-Fòrum de Barcelona
- Catalunya se encomienda a las próximas lluvias y al deshielo para dejar atrás la emergencia por sequía
- El destino de Daniel Sancho se debate ahora entre la cárcel amable de Samui y la despiadada de Bangkok