La clave
Mas y Rajoy, contra el 'Sí se puede'
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
En política, hasta los más acérrimos enemigos acaban teniendo puntos e incluso intereses en común. Artur Mas y Mariano Rajoy no son ninguna excepción. Hasta ahora, solo parecían compartir los beneficios electorales que les reportaba su mutua confrontación entorno al proceso soberanista catalán: la hostilidad frente al secesionismo brindaba al PP un rico caladero de votos en toda España, al tiempo que legitimaba en Catalunya la apuesta rupturista de CDC. Pero la emergencia de la izquierda alternativa de Podemos les ha suministrado un adversario común extremadamente útil para polarizar el voto en las autonómicas y las generales.
En puertas del 24-M, con el fin de compensar la lisérgica campaña de Xavier Trias, Mas ya buscó el cuerpo a cuerpo con Ada Colau para despertar al aletargado votante convergente. Y en el arranque de la precampaña del 27-S, el líder de CDC ha señalado como el enemigo a batir el 'Sí se puede' -así, en castellano- que tronó en la plaça Sant Jaume en la investidura de Colau.
«La lucha de clases»
Tras subrayar que ese grito tiene «muy poco que ver con el autogobierno y la independencia» y mucho con «la lucha de clases», Mas invitó a las entidades soberanistas Mas soberanistas a conformar junto a CDC y a él mismo una lista cívica que plante cara a la confluencia de las izquierdas, aún en fase de gestación. Si Pablo Iglesias, que pronto volverá a Catalunya, aún alberga dudas sobre la alianza con ICV, este envite le ayudará a disiparlas.
El órdago de Mas persigue dos fines: apelar al voto útil independentista, en perjuicio de ERC, y de paso dar alas a la candidatura que puede plantar batalla a los republicanos por el flanco izquierdo. Eso sí, a costa de achicar el espacio del soberanismo tras el 27-S, al expulsar del mismo a la izquierda que, a pesar de Mas, se proclama como tal.
Con idéntico propósito, Rajoy ha caricaturizado al PSOE como un partido «sectario» abrazado a «grupos extremistas y antisistema». De nuevo, la polarización: el espantajo de un 'frente popular' de izquierdas para atraer el voto útil hacia el PP y neutralizar así a Ciudadanos.
El centro derecha catalán y español, tan lejos y tan cerca.
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