Al contrataque
Mentiras, verdades y vacunas
Es la medicina la que ha hallado qué estilos de vida y qué hábitos saludables nos permiten tener una esperanza de vida altísima en Catalunya
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Hay cosas que son verdad: los laboratorios farmacéuticos ganan mucho dinero. Y hay historias que se basan en un fraude o una gran mentira. En 1998, el gastroenterólogo británico Andrew Wakefield publicó en la revista científica The Lancetun estudio asegurando haber descubierto un vínculo directo entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) y varias enfermedades intestinales, y sobre todo con un elevado riesgo de sufrir autismo (The Lancet, volumen 351, páginas 637 a 641, año 1998). Wakefield había examinado a 12 niños autistas. En aquel momento, la tasa de vacunación en Gran Bretaña era del 92%. Al nuevo síndrome quería denominarlo enterocolitis autística. Los movimientos antivacunas celebraron la publicación del estudio, y el potencial de sumar adeptos creció exponencialmente. Por los reality show de las teles desfilaron padres de buena fe de niños autistas, que responsabilizaban a la vacuna de la grave enfermedad de sus hijos. El porcentaje de niños vacunados disminuyó en Gran Bretaña, Irlanda y Estados Unidos.
El individuo y la especie
La comunidad científica analizó las conclusiones del estudio con escepticismo e intentó replicarlo. Ningún médico lo consiguió. No existía evidencia científica de la relación entre la vacuna y el autismo o las enfermedades gastrointestinales. Hasta que el periodista de investigación Brian Deer descubrió y publicó en el Sunday Times, en el 2004, que Wakefield había recibido 55.000 libras del bufete de abogados Legal Aid Board, que precisamente andaba buscando pruebas para utilizarlas contra los fabricantes de vacunas. Cuando los padres conocieron el «conflicto de intereses» del médico británico, se sintieron engañados y utilizados. The Lancet se disculpó por haber publicado el artículo en un entorno «totalmente viciado» y lo retiró de sus archivos. El Consejo Médico General de Gran Bretaña abrió una investigación y en el 2010 revocó la licencia a Wakefield para ejercer. Posteriormente se supo que este quería crear una empresa para realizar nuevas pruebas médicas y análisis a partir de los litigios que se presentasen. Esta es la verdad.
Alguien me dijo en una ocasión que la medicina juega a favor del individuo y en contra de la especie. Es una verdad tramposa. Es la medicina la que ha hallado qué estilos de vida y qué hábitos saludables nos permiten tener una esperanza de vida altísima en Catalunya, de más de 80 años. Los movimientos antivacunas afirman que la mejor prevención para las enfermedades es haberlas contraído. Tienen razón. Si no te has muerto, claro. O sea, que van a favor de los individuos más fuertes, los que sobrevivirán. Personalmente, me declaro tanto a favor de los débiles como de los resistentes, la especie, es decir, la humanidad.
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