LA CORTINA DE HUMO

«Cuando Mas se largue»

TONI AIRA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay un punto de euforia mal contenida entre los que vaticinaban hace años que eso que ellos caricaturizan como el «prussés» sería un suflé de nada, flor de un día. El jardín creció y sus previsiones y radiografías sobre el país se demostraron manifiestamente extraterrestres, pero casi tres años después de aquel gran Onze de Setembre que lo removió todo, creen que una de entre sus previsiones no ha fallado aún y puede salvar, primero, su línea argumental y, luego, su idea de un modelo de Estado donde nada significativo se mueva. Porque todas sus expectativas estaban depositadas en los partidos políticos catalanistas y en un fin político: el de Artur Mas.

Ahora no les faltan datos para la esperanza. En el Madrid político se extiende la sensación de alivio respecto del «problema catalán y hasta los hay que han dado instrucciones para que no se desate demasiado en público la euforia. Pero, como  digo, unos cuantos ya ni pueden ni quieren disimularlo. Esta semana, un analista habitualmente fino en su diagnosis del tablero español pero menos preciso con sus retratos de la política catalana me decía: «Ya tengo el cava en la nevera para cuando Mas se largue». Están muy convencidos de ello. Es lo que les falta.

Los partidos catalanistas implicados en el proceso soberanista ya les han dado sobradas muestras de hasta qué punto ellos pueden ser un aliado del inmovilismo. Ellos y sus discrepancias y sus pequeñeces y su incapacidad manifiesta para poner las luces largas y proceder diferente a como siempre. Porque proyectan un escenario de cara a las elecciones del 27-S donde costará mucho la suma entre independentistas que puedan conformar gobierno. Y si eso va acompañado de un mal resultado de CiU, más de uno tendrá lo que busca: que Mas haga un mutis, salga de escena y se largue a casa tras un nuevo revés en las urnas. Y después de eso, el caos en CDC, en CiU y más allá, que Rajoy y compañía mirarán alegremente desde la barrera.

Mas no es el proceso, por supuesto. Pero él lo lidera institucionalmente aportando imagen de estabilidad, compacta bastante su casa (y fácil no es) y se ha ganado el respeto personal y político de antagonistas como David Fernàndez, de la CUP. Un perfil que sin duda suma al proceso, demasiado para los que lo quieren ya finito y veremos si demasiado poco para un público soberanista que antes de volverlo a castigar deberá pensar en las alternativas al día después de Mas al frente de CiU, ese día en que algunos, aquí y en Madrid, brindarán con cava, quizá pensando tanto en lo que con él se irá como en lo que vendrá después.