La clave
Las 'Zaidas' que callan
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
El Ejército español no abrió sus puertas a la mujer hasta 1988, una década después de que la Constitución le concediera ese derecho. Transcurridos ya 27 años, las Fuerzas Armadas, hoy plenamente profesionalizadas, cuentan con 15.000 mujeres (el 12,4% del total), pero su representación en el escalafón militar es muy heterogénea: la inmensa mayoría son soldados y marineros de tropa, mientras que entre los suboficiales representan el 3,6% y entre los oficiales, el 7,6%. Solo 26 privilegiadas lucen galones de teniente coronel, aparente techo femenino en la carrera militar. Coroneles y generales, ni por asomo.
En el aspecto salarial, las Fuerzas Armadas se asemejan bastante a la sociedad a la que tienen la misión de defender; la discriminación femenina es análoga dentro y fuera de los cuarteles. Pero solo en ese aspecto, porque esta semana hemos descubierto, de la mano de la aguerrida capitana Zaida Cantera, la grave indefensión que padecen las uniformadas ante episodios de acoso sexual o laboral por parte de sus superiores.
No es preciso ser jurista para entender que obligar a la víctima a denunciar los abusos ante su propio verdugo constituye un filtro altamente disuasorio. Pues así lo imponen las ordenanzas castrenses, lo que explica que las denuncias sean escasas y el paso al frente de la capitán Cantera, una verdadera heroicidad. Así, que la justicia militar condenase al agresor, el entonces teniente coronel Lezcano-Mújica, pese al silencio cómplice de sus compañeros de armas, constituye poco menos que un milagro. O prueba fehaciente de la flagrancia de los delitos por él cometidos, lo que no fue óbice para que posteriormente fuera ascendido a coronel mientras Zaida padecía represalias que la hundieron en la depresión.
Una conducta «ejemplar»
Al hilo de este caso, el PSOE pidió en el Congreso un «protocolo» para prevenir el acoso sexual o laboral en las Fuerzas Armadas. No gran cosa, pero el PP lo rechazó ensalzando la conducta «ejemplar» de los militares con las mujeres. La democratización del Ejército no será plena mientras los acosadores se sepan impunes y otras 'Zaidas' se muerdan los labios en silencio.
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