Presidentes entre cárcel y juzgados

Imputado  Jordi Pujol, durante su declaración en la Ciutat de la Justícia de Barcelona, el martes.

Imputado Jordi Pujol, durante su declaración en la Ciutat de la Justícia de Barcelona, el martes.

ERIKA TORREGROSSA

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Dos presidents. Dos instituciones. Dos procesos judiciales. Núñez, durante 22 años, president del Barça. Más que un club, un sentimiento. Pujol, durante 23 años, president de la Generalitat de Catalunya. Más que un gobierno, una nación. Los dos, durante décadas, formaron parte de una élite que jugaba a ser dioses y que impartían clases sobre valores y se sentían dueños del sentimiento catalán. Los dos compraban complicidades. Los dos eran referentes de una generación y las máximas figuras del catalanismo político y social.

¿En cuántos salones o álbumes familiares catalanes no existirá una fotografía de algún miembro de la familia con Núñez o con Pujol? Yo tengo una de mi hija con la camiseta del Barça junto a Núñez. Era la época de Ronaldo y todos admirábamos al president. Mi familia de Lleida tiene una con Pujol. Era la época en la que el president recordaba a cada uno por su nombre. Todos admirábamos al estadista.

Lo que para Núñez era sólo vender un par de pisos más baratos que el resto a unos inspectores de Hacienda, para Pujol los millones multiplicados eran sólo un 'raconet', una hucha que le dejó su padre.

Pujol gobernó la Generalitat 23 años, la configuró como un pequeño país. Con su propio régimen económico del cual, los Pujol Ferrusola, eran los reyes. Repartían carnets de catalanidad a quien "vive y trabaja en Catalunya" deberían de haber añadido: "Y pagan sus impuestos en Catalunya". Irónico.

Núñez también construyó su pequeño país. Fue el máximo representante de los que se han lucrado descaradamente con la especulación. En mi barrio, Esquerra de l’Eixample, el chalet modernista Casa Golferichs se salvó de las garras de Núñez Navarro que en los años 70 lo había comprado con la intención de eliminarlo (como ya había hecho con la Casa Trinxet de Josep Puig i Cadafalch en otra esquina del Eixample). Por suerte, el movimiento vecinal se lo impidió. Pero nada le ha impedido hace unos días, demandar a unos jubilados por plantar huertos en unos terrenos de su propiedad en Nou Barris. Sátiro.

Curiosamente en 1988, el president Núñez ganó las elecciones del Barça, con el respaldo de Marta Ferrusola que entonces dominaba la sectorial de deportes de Convergència. El president Pujol fue su mayor apoyo.

Los dos presidents ejercieron su poder como dioses, hasta las últimas consecuencias, en esas épocas en las que si no estabas conmigo estabas contra mí y quien estaba contra mí, estaba con lo que represento, un sentimiento, una nación. Contra Catalunya.

¿Puede ser que la cárcel de Núñez y los juzgados de Pujol supongan el fin de un ciclo de invulnerabilidad que arropaba a ciertos personajes en materia judicial? Lo sabremos cuando se juzgue a Millet, otro president.