Peccata minuta
Biblioteca con jardín
Los niños de San Idefonso ya han cantado tres de los principales premios de estas fiestas frías: la castellana Nochebuena, con sus peces en el río, la americana Navidad y el catalanísimo 'post festum', 'festum' (no 'pestum') de Sant Esteve, licencia laboral que, históricamente, respondió a la necesidad de poder volver a casa a pie después de celebrar en el 'Mas pairal' familiar el nacimiento de Cristo. Y como noche, nieve y barriga llena eran enemigos del viaje, nuestros antepasados se otorgaron un día de asuntos personales.
Celebraremos mañana el discreto día de los Santos Inocentes, conmemoración de la matanza de todos los menores de 2 años nacidos en Belén, ordenada por el rey Herodes para deshacerse del mesías. Si Herodes se hubiera salido con la suya, ni Navidad ni Reyes ni Semana Santa ni nada de nada, y seguramente hubiéramos tenido que inventar a alguien a quien temer, rezar y celebrar con 'galets i carn d'olla', porque eso del cielo aún impone mucho.
En mis calles infantiles vi a más de un inocente con la 'llufa' prendida de su gabán ante la cruel sorna de los paseantes, y confieso haber sido víctima y verdugo de esta humillante tradición de siluetas de papel de periódico. Diarios, radios y televisión se adornaban también con falsas noticias (la demolición de la Sagrada Família, el río de la Diagonal...) para ingenuo goce de la ciudadanía.
A cambio de un voto
Aprendo del diccionario de la RAE que 'inocente' 'significa «libre de culpa», pero también «cándido, sin malicia, fácil de engañar», y me pregunto, en plena contradicción semàntica, cuantísimos culpables son declarados libres de culpa ante el inocente acatamiento de mucha gente cándida, sin malicia, fácil de engañar. Y pienso también en la continua matanza de niños menores de 2 años que nuestra civilización viene practicando sistemáticamente sin que sea noticia en los medios. No me hagan decir, para no ser tachados ni ustedes ni yo de demagogos, cuántos niños morirán planificadamente hoy entre villancicos y buenos propósitos de año nuevo.
Salgo a las calles de las compras navideñas (vivo cerca del infernal Portal de l'Àngel) y veo que de cada abrigo, chandal o anorak cuelga un cristo crucificado de papel de diario en el que se lee que la crisis ya es historia o que los nuevos mesías van a devolvernos el Reino de los Cielos a cambio de un voto. Lo de la demolición de la Sagrada Família (ya demolida por la fuerza de la sensatez) o el río Diagonal son confeti al lado de los serios titulares de cada día. Todo, hoy, es artículo de broma. No veo otra alternativa que viajar hasta un siglo antes de Herodes y de Jesucristo y seguir las palabras de Cicerón: «Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo». Les deseo de corazón un decente 2015.
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