Un país con silenciador

En esta columna tendría que haber una opinión. Por ejemplo, sobre la ley mordaza, que es un atentado contra los derechos humanos por el que Europa debería devolvernos en caliente a la España franquista. Las opiniones enfocan las cosas de otro modo o sacuden conciencias. Son un grito, una protesta. Pero con la nueva ley, la calle es del Gobierno y de las fuerzas de seguridad, cuyo testimonio bastará para sancionarte sin necesidad de pruebas. Lo que digas o hagas será utilizado en tu contra.

Con internet, las noticias vuelan. Cualquiera puede llegar al mundo y el mundo se cuela en tu perfil. Así supimos qué pasaba en la 'primavera árabe', se gestó el 15-M, se denuncian las barbaridades en las vallas de Ceuta y Melilla. Estamos conectados, formamos parte de una red. La nueva ley de propiedad intelectual agujerea esa red. Fingiendo proteger los derechos de autor, controla la difusión informativa.

A partir de enero, una comisión creada por el Gobierno podrá, sin permiso judicial, cerrar páginas web de enlaces o multarlas. Es una censura encubierta. Además, este será el único país del mundo que quiera cobrar cuando se citen fragmentos de artículos. Es como si las marcas de ropa cobraran por exponerse en un escaparate.

Por eso, Google News cerrará en España el próximo martes. En la era de la exhibición, no estar en Google News equivale a no existir. Cuenta con 70 ediciones en 35 idiomas que aportan 10.000 millones de clics al mes. A la larga, no podremos manifestarnos en la calle ni tampoco internacionalmente. Nuestras opiniones no irán a ninguna parte. Sabremos lo que pasa en el mundo, pero en el mundo no sabrán qué pasa aquí. O no lo sabrán a través de nuestros medios, sino de otros extranjeros. Conozco países así, que disparan con silenciador a sus propios ciudadanos amordazados. Pero nunca imaginé que viviría en uno de ellos.