LAS VACACIONES DE .... Lady Macbeth

Reina de Benalmádena

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Lo más lastimoso de ser un personaje de ficción es que pasas a la historia con los rasgos de quien te ha descrito el carácter y no con la forma de ser auténtica que tú sabes que es la tuya, más allá de la literatura. Quiero decir, en definitiva, que no estoy nada de acuerdo con la descripción de una lady Macbeth ambiciosa y malévola, la esencia misma del deseo de mandar y de conseguir el poder a toda costa. Pasa lo mismo con otros compañeros de tragedia. Me parece que montaremos un club. El amigo Otelo, encargado del monstruo terrible de los celos. El compañero Hamlet, empapado de dudas y sin saber por dónde tirar. La pareja aquella que viene de vez en cuando, aquellos dos jovencitos de Verona, embelesados con el amor imposible. Me rebelo, al menos yo me rebelo.  Os he de confesar que Macbeth, mi marido, tampoco tenía ningún interés en el trono de Escocia. De hecho, ni siquiera en Escocia, más allá del whisky y de algunos agujeros que se hacía con los amigos. Él se moría de ganas de ir a pasar unos días a Marbella, como ese colega del golf, Sean, que nos contaba los paseos en burro y las paellas a la orilla del mar y el pescado frito y el casino. ¿Ganas de volver a vivir aquellas tinieblas de las brujas y la puñetera niebla y el bosque que camina y las maldiciones y los fantasmas? ¿Vosotros qué creéis? Que no, claro. Y si se trata de tener ansia de poder, no sé, nos presentamos ambos al Ayuntamiento de Benalmádena, que no tiene tanto glamur como Cawdor y Dunsinane pero es más asequible y soleado, tú. Además, igual incluso nos sacan en el Lecturas.