La clave
La orgía de Pujol y el Estado
Iosu de la Torre
Coordinador de Pódcast.
Periodista. Vasco de Barcelona. En EL PERIÓDICO desde 1986. Coordinador de Pódcast. Universidad de Navarra y Universitat Autònoma de Barcelona.
IOSU DE LA TORRE
Era tan persuasivo el Yoda Pujol cuando proclamaba que cualquier ataque a su figura era también un ataque a Catalunya, que el otro lado de la galaxia (Madrid) acabó creyéndoselo. Tanto, que dirigieron todos los misiles sobre él cuando, en la senectud florida, se declaró independentista. Desmontar a Pujol era pararle los pies a esa Catalunya dada a la fuga. Volverán a la carga en cuanto se esfume el agosto, que el aparato del Estado también veranea. Que el calor no es bueno para elaborar informes.
Hoy se cumplen 15 días del Viernes de Confesión. Dos semanas en las que se ha pasado del silencio perenne al eco huracanado. De la fantasiosa omertà a la que estuvieron sometidos los «cobardes» medios catalanes durante décadas al chascarrillo pícaro del tertuliano de verano, a la pulla con gintónic, al tiro al blanco del yo ya lo sabía, a la merendola de todos los presuntamente. Con la tranquilidad conquistada por todas las portadas que la prensa española dedicó a destapar la corrupción pepera en el caso Gürtel y por la valentía demostrada desde el día en que The New York Times aseguró que el plan de pensiones de Juan Carlos atesoraba 1.300 millones.
Envuelto por el torbellino de voces que celebran que Pujol desnude vergüenzas, casi miro hacia donde indique la UDEF. El patriarca reveló por carta que durante 34 años ocultó la sospechosa herencia familiar. No escribió ni una línea sobre la fortuna amasada por sus descendientes en bancos de Suiza, de Andorra y Gomorra.
Se abrió la veda y en solo tres días se cifró el botín en 1.800 millones de euros, 300.000 millones de las pesetas del abuelo Florenci. Todos la dan ya por buena. Qué celeridad la de los detectives de Interior.
«Pero ¿qué coño es la UDEF?», exclamó el octogenario Pujol cuando empezaron a brotar los negocios del clan. Estúpido, la UDEF era, es, el Estado, tenía que haberle dicho Susanna Griso. Debía saberlo él, como figura decisiva en el equilibrio de la España reciente (equilibrista con González y Aznar), antes de abrazar la estelada y pregonar su conversión independentista. ¿Adiós a España? El Estado engrasó la maquinaria dormida 34 años, hizo diana. ¿Hasta dónde llegará?
La orgía continuará.
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