Lesbianas

«Este mundo sería mejor si tan solo hiciéramos un esfuerzo por ser menos horribles los unos con los otros», sentenció la actriz Ellen Page en un conmovedor y contundente discurso en el que confirmó su homosexualidad. Sus palabras, pronunciadas en la Conferencia de los Derechos Humanos, fueron mucho más que una salida del armario, fueron un alegato contra unos estereotipos de masculinidad y feminidad que pretenden imponer un modo de pensar, sentir, vestir... Una denuncia también contra la industria del espectáculo por su responsabilidad al consolidar unos patrones de conducta y unos cánones de belleza que, para la mayoría, son un imposible frustrante. La homosexualidad, aún más la femenina, dista mucho de ser tratada con respeto e igualdad. Como anécdota, la absurda moda de besos lésbicos en vídeos musicales, que, lejos de contribuir a la normalidad, reducen las relaciones sexuales entre mujeres a material para los sueños eróticos masculinos. Pasos al frente como el de Page resultan fundamentales. Aún más para tantos jóvenes que viven su sexualidad con vergüenza. La sensación de estar fuera, de no encajar en las normas sociales, en lo normal, puede convertir el mundo en un infierno. Frente a ellos, todos los que utilizan la diferencia para afianzar su propia identidad y su posición. Despreciar a las minorías, también sexuales, es la fuerza de los cobardes. Bastaría con ser menos horribles…