La lengua catalana como síntoma
Joan Solé
Periodista, autor de los libros 'Entrevistes amb el Quart Poder' y 'Cinc mirades del periodisme internacional'. Fundador de www.revistamirall.com
Periodista
JOAN SOLÉ
"¡Yo ya no sé qué quieren estos catalanes! ¿Más dinero?", o como diría el socialista, José Segura: "Yo les ruego a los miembros del grupo parlamentario popular que les sigan dando chocolatinas, que sigan vendiendo el producto". No hay más ciego que el que no quiere ver, y, al igual que Segura, el autor de la primera afirmación me lo decía no hace más que una semana. "¿Es por dinero?" Si este es su diagnóstico, doctor, permítame que lo ponga en duda.
Solo se me ocurre una razón por la cual todavía haya quien se empeñe en decir que la situación catalana se debe solo al aspecto económico: la pereza. Es cierto, uno de los mayores problemas que se denuncian es el déficit fiscal, pero no es el único. De hecho, lo que hizo explotar la paciencia de los catalanes fue la película del Estatut de Catalunya. Sí, esa que podríamos titular 'La historia interminable' porque fueron necesarios cuatro años para que el Tribunal Constitucional, gracias a un recurso del Partido Popular, sentenciará. Esa obra cinematográfica que también la llamaríamos 'Titanic', un viaje que acabó con el hundimiento de un texto que el pueblo aprobó, que proclamaba Catalunya como una nación y defendía la inmersión lingüística.
¿Quieren un diagnóstico, doctores? Les daré un síntoma: la lengua catalana. Sí, esa que según la exministra de Vivienda durante el gobierno de Zapatero, María Antonia Trujillo, dijo que no servía para nada.
Yaya Touré, la imagen del síntoma
Justo después de la rueda de prensa posterior al City-Barça recibí un mensaje: "¿Has visto a Touré hablando en catalán? ¡Que crack!" Había respondido en catalán a las preguntas de los periodistas. Este hecho, que puede parecer para algunos una anécdota, para un catalán es la muestra de respeto más pura que se puede hacer a su lengua. Sí, esa que cada año es motivo de controversia educativa.
No es que nos provoque una erección emocional, pero acostumbrados al menosprecio nos choca ver como un jugador de Costa de Marfil aprende una lengua que para muchos es minoritaria y no sirve para nada. Eso sí, la revista 'Ethnologue' mostraba ya, en el año 2009, que había más de 11 millones de catalanoparlantes en 18 países.
Es cierto, la lengua catalana no servirá de herramienta para un encuentro con un extranjero, pero lo será, para nosotros, para decir "t'estimo" a un ser querido o "t'enyoro" a esa persona que hechas de menos. El diagnóstico, doctor, no es solo económico, es también cultural. El menosprecio, es lo que provoca y provocó la enfermedad.
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