tú y yo somos tres
Que no se vayan de rositas
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Y Buenafuente (En el aire, La Sexta) le recibió así: «Señoras y señores, hoy, con ustedes el antiguo Follonero, hoy periodista, Jordi Évole». Efectivamente, la etapa de Jaimito que se daba a la fuga después de apretar los timbres de las puertas de un inmueble ha quedado ya solo como un simpático recuerdo del pasado, y hoy Jordi Évole es un ejemplo del periodismo televisivo en acción. Un tábano socrático que pone su aguijón al servicio de la audiencia para explicarnos las tropelías que se cometen. Tropelías que perpetran los que en teoría son nuestros representantes (léase empleados). Tropelías que siempre acabamos pagando nosotros. El encuentro de Évole con su antiguo mentor -de hecho Buenafuente todavía lo es, porque su productora, El Terrat, le produce Salvados- ha sido emotivo. Pocas veces unos juegos florales han sido tan merecidos y justos en la tele. Me ha interesado en particular un momento de la conversación, cuando Évole contó cómo les esquivaba, cómo les rehuía Juan Cotino, presidente de las Corts valencianas, porque no quería que le preguntasen nada sobre el accidente de metro que causó 43 muertos. Después de varios días en Valencia tuvieron que esconderse en una furgoneta, ahí agazapados, hasta que le vieron aparecer en una feria. Y Évole nos advirtió: «A mí ya no me valía decir 'Juan Cotino no ha querido participar'. No, no, eso no bastaba. Era importante que Cotino se viera, que saliera diciendo '¡No quiero participar!', que viésemos que no le interesaba que se hablase del accidente del metro». ¡Ah! Me parece una reflexión fundamental. El modus operandi de nuestro oficio debería ser siempre así: sacar, enseñar, al que ostenta un cargo público. Que le veamos la cara. Hacerle la foto mientras se niega a rendir cuentas instalado en la opacidad y el silencio. Que no se vaya de rositas. ¡Qué menos!
PASTELERO.- Se ha producido en Top chef (Antena 3 TV) la expulsión definitiva de Jesús Almagro. En casa nos ha dolido enormemente. Sobre todo por el método que han usado para echarle. En la prueba clave de la noche, esa en la que dos concursantes pasaban directamente a la final, les han mandado hacer un postre. Hombre, me parece un disparate que la elección del mejor chef se decida por su arte pastelero. La categoría de un cocinero no se mide por su capacidad como repostero. Tengo que hablar de este asunto con nuestro querido compañero Pau Arenós para que me ilumine al respecto.
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