Fuera del sistema solar

Una imagen de la Via Catalana.

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Núria Orriols Guiu

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Fuera de la Unión Europea, del euro y del sistema solar –como decía López Tena-. En los últimos días, después de la Via Catalana, hemos sido espectadores de declaraciones y contra declaraciones de representantes de importantes actores internacionales. Por un lado, el primer ministro de Lituania, -presidente de turno de la UE-, y el primer ministro de Letonia, reconocieron que <strong>Catalunya</strong> tenía el derecho a la <strong>autodeterminación</strong> y que si el proceso fuera debidamente legítimo “¿por qué no se debería reconocer un nuevo estado catalán?”. Estas palabras fueron, respectivamente, las dos declaraciones de los líderes de las repúblicas bálticas –dos estados protagonistas de la vía báltica, que posteriormente matizaron su posición por una rabieta del ministro Margallo. Muy bien, esto demuestra que el proceso catalán está encima de la mesa.

Después de este episodio, el vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, y el portavoz del Parlamento europeo, Jaume Duch, insinuaron que Catalunya quedaría fuera de la UE. A estas aportaciones se suman reportajes de 'El País' y 'La Gaceta' –de la izquierda a la derecha española-, sobre el futuro de un Estado independiente catalán dando soporte también a esta tesis. Vamos por partes.

Sin precedentes

El caso catalán es una situación aún no vista en el contexto de la comunidad europea, no hay precedentes de que una parte de un Estado miembro de la UE se secesione. Por tanto, sería “deshonesto” decir que una Catalunya independiente quedaría automáticamente fuera del club europeo. Nadie puede decir ahora de forma segura, que sucedería si se diera el caso, lo decía el mismo Almunia hace aproximadamente medio año.

La Unión Europea siempre resuelve las cosas políticamente, y sobre la marcha. Groenlandia, decidió dejar de formar parte de las instituciones comunitarias pero seguir dependiendo de Dinamarca, la RDA entró a la Unión sin pasar por un proceso de ingreso ordinario cuado se reunificó con la RFA, y el Sarre pasó de Francia a Alemania en 1957. Los casos de Escocia y Catalunya pues, son situaciones nuevas, no ocurridas, y que no están previstas en los tratados constitutivos de la UE. Por tanto, como en los casos nombrados, también habrá cintura política para resolver este conflicto cuando llegue el momento.

Escocia

En Escocia, por ejemplo, se ha fijado que si gana el 'sí' en el referendo, el nuevo estado tendrá dieciocho meses para negociar la nueva situación: el repartimiento entre activo y pasivo (qué pasará con la base militar de los ingleses en Faslane, cerca de Glasgow, por ejemplo), y la relación de Escocia con las instituciones internacionales como la ONU, la OTAN, y la UE.

Adiós España, adiós Europa

En cambio aquí, -que el debate debería ser ahora sobre la celebración de la consulta-, se avanzan los acontecimientos y se habla de un escenario post referendo –parece que los unionistas ya dan el 'sí' por ganado-. El adiós a España es el adiós a Europa –nos dicen-, el adiós a España es el adiós al mundo occidental –reiteran-. Saben que el proceso soberanista va en serio, y por eso juegan al temor para sacarnos la idea del derecho a decidir de la cabeza. Las últimas declaraciones por parte de la UE también responden a un intento (pienso) de calmar las cosas y propiciar un acuerdo con el estado. Con los problemas que tienen en el aire, supongo que no hay ganas de alterar el status quo.

No obstante, solo el diputado de la CUPQuim Arrufat, ha hecho la reflexión, a mi parecer, más interesante: “Son los ciudadanos de Catalunya quiénes tienen que decidir también si quieren o no ser de la Unión Europea”. ¿O es que no contamos para nada? ¿No consiste en esto la democracia? Es triste y sintomático que más voces no hayan expuesto este argumento. Yo no quiero esta Europa.