La clave

Discurso a la nación (borrador)

ENRIC HERNÀNDEZ

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Buenos días, señoras y señores diputados. En primer lugar, quiero aclararles que si en fecha tan inoportuna he decidido comparecer ante esta cámara no ha sido exclusivamente por las demandas procedentes de la oposición, ni tampoco por las presiones de la opinión pública o publicada. Tras una larga y honda reflexión, he resuelto subir a esta tribuna como muestra de respeto al pueblo soberano.

Señorías, en este histórico edificio habita la voluntad política de una nación que merece sentirse orgullosa de sus representantes públicos. Y convendrán conmigo que no hemos brindado a la ciudadanía demasiados motivos para honrarnos con su aprecio. Más bien ninguno.

Por eso, señorías, les ruego que este no sea un debate al uso, plagado de excusas y reproches. La sesión de hoy debería alumbrar una profunda catarsis que garantice la pervivencia de nuestro sistema democrático, depurando sus múltiples impurezas y purgando a quienes las hemos promovido, tolerado o amparado. Sí, han oído bien: la redención de la democracia pasa por liberarla de una generación de políticos -la nuestra- que la ha subyugado, poniéndola al servicio del partido y no del interés general. Limpiemos lo que hemos ensuciado y vayámonos a casa.

Para predicar con el ejemplo, hoy reconoceré que mi partido, como las fuerzas que ustedes representan, se ha financiado irregularmente. Que, igual que ustedes, desde las instituciones donde gobernamos amañamos concursos y adjudicaciones a cambio de comisiones destinadas a sufragar gastos electorales o personales. Que ante las denuncias, faltaría más, siempre lo negamos todo. Y que, como todos, encubrimos a nuestros corruptos, procurando entorpecer la acción de los jueces.

El cáncer de la democracia

Pero hoy les anuncio que mi partido colaborará y saldará sus deudas con la justicia, que cesarán todos los dirigentes implicados en estas prácticas y que también lo hará este presidente, en cuanto la cámara haya aprobado las reformas legales precisas para extirpar este cáncer de la democracia. Señorías, en sus manos está hacer lo propio y acompañarme en este empeño, por el bien del país. Buenos días.