Las manifestaciones callejeras

El ADN del malestar global

La corrupción y la desigualdad social alimentan las protestas en los países árabes y occidentales

ALFONSO PALOMARES

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Los motivos inmediatos suelen ser diferentes, pero las causas profundas de la rebelión son bastante análogas. Me refiero a las tumultuosas marchas de indignados que recorren diferentes países, saltando de unos a otros sin lógica aparente. Ahora le toca a Brasil. Nadie podía sospechar hace dos meses de que centenares de miles de brasileños saldrían a la calle en plena celebración de la Copa Federaciones con gritos y pancartas como esta:Mejor un buen hospital que un gol de la selección. En el país donde el fútbol es una religión, en otros tiempos, este eslogan se consideraría una blasfemia.

EL MOTIVO que sacó a los primeros manifestantes a la calle se consideró un tema menor, los ayuntamientos de Sao Paolo y Río de Janeiro subieron el transporte público 20 céntimos de real (0,7 euros). Las redes sociales se encendieron y desgranaron las razones de la indignación popular, apuntando a la corrupción de los políticos y banqueros, y al capitalismo especulativo; reclamaban mejoras en la enseñanza pública, la sanidad pública y transporte público. Y pusieron énfasis en las desigualdades ya que la distancia entre ricos y pobres crecía de forma alarmante. Futbolistas comoNeymarapoyaron a los manifestantes sosteniendo que les sobraban razones. Los alcaldes suspendieron la subida, pero las manifestaciones siguieron, las causas eran otras.

En Turquía están vivas las brasas de la indignación. El motivo también fue considerado menor, la construcción de un centro comercial y una mezquita en el parque Gezi de Estambul. Convocaron manifestaciones contra el proyecto y los manifestantes abarrotaron la histórica plaza Taksim. De Estambul, la rebelión saltó a otras muchas ciudades, pidiendo al presidenteErdoganque dimitiera. Este trata de introducir el islam en la vida cotidiana para articular una sociedad islámica, prohibiendo beber alcohol, fomentando el uso del velo y favoreciendo la educación en los centros religiosos. La mayoría de los turcos son musulmanes, pero viven con las costumbres de una sociedad laica.

Las redes sociales entraron en juego y sus efectos fueron devastadores para el Gobierno, se comprende teniendo en cuenta que 35 millones de turcos están conectados a internet. Argumentaban que la construcción del centro comercial en el parque Gezi obedecía a los intereses especulativos de los amigos del presidente, y siguieron poniendo en relieve las desigualdades provocadas por el crecimiento económico. La represión fue brutal y sangrienta. Los manifestantes eran jóvenes entre los 17 y los 35 años y tenían la simpatía de la mitad de la población.

Las primaveras árabes comenzaron con un incidente trágico, pero también considerado menor. Hablamos de regímenes autocráticos y en esto hay una diferencia sustantiva con Turquía, Brasil, España, EEUU y los otros países europeos cuyas plazas se llenaron de indignados. Pero existe una cierta analogía. La primavera estalló en Túnez cuando el jovenMohamed Buazizi se prendió fuego después de que unos policías volcaran su carro de vendedor de frutas. Verdaderas multitudes salieron a la calle y los jóvenes se lanzaron sobre internet para clamar por la libertad y contra un futuro sin esperanza, contra la corrupción y la acumulación de riquezas por la familia del presidente y sus secuaces, mientras el pueblo sobrevivía en la miseria. El Ejército se negó a disparar contra el pueblo yBen Alí tuvo que fugarse rumbo a Arabia Saudí. Desde Túnez, la rebelión saltó a otros países por los mismos motivos con desigual fortuna, la guerra de Siria comenzó porque el Ejército aceptó disparar contra su pueblo. Al fin los islamistas se hicieron con el poder en Egipto, Túnez y Libia cuando pensábamos que era una revolución laica.

EXISTE UN ADN análogo entre los manifestantes de todas las geografías, son mayoritariamente jóvenes que se indignan ante el insoportable espectáculo de la corrupción, en un mundo donde la fosa entre ricos y pobres crece cada día más. Vivimos en un sistema de sobreacumulación, donde la riqueza se concentra cada vez en menos manos como consecuencia del modelo de capitalismo financiero ultraliberal. En esta deriva puede llegar un momento en que se produzca la asfixia del sistema, ya que los especuladores tendrán menos beneficios y los gobiernos menos dinero, lo que provocará un mayor deterioro de los servicios públicos convirtiendo la sanidad y la educación en bienes de comercio para quien los pueda pagar. ¿La presión de los indignados puede dar paso a una sociedad de libre comercio, pero sin paraísos fiscales y sin especuladores? He leído que el capitalismo financiero sin especulación es como un Ferrari sin gasolina. La fosa entre ricos y pobres, la corrupción de los poderosos, la falta de futuro para los jóvenes en el mundo de internet son la gasolina para el utilitario de los indignados. Periodista.