¿Déficit? ¿Qué déficit?

"El Govern nos está robando el debate sobre cuáles son los sacrificios que está pidiendo a los catalanes para salir del pozo"

El 'conseller' de Economia de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, con el Ministro de Hacienda, Cristobal Montoro

El 'conseller' de Economia de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, con el Ministro de Hacienda, Cristobal Montoro / periodico

ROCÍO MARTÍNEZ-SAMPERE

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A estas alturas, es una evidencia que el andamiaje institucional y democrático de Europa es inadecuado y más concretamente el del funcionamiento de la moneda única. No es solo que podamos hablar con propiedad de un déficit democrático en términos de gobernabilidad y rendición de cuentas que provoca desajustes sino que la ruptura entre quien tiene la legitimidad y el poder para ejercerla se está demostrando devastador a la hora de encontrar mecanismos de salida de la crisis más intensa y duradera que ha vivido Europa en décadas.

Ya lo advirtieron muchas voces cuando ponían el acento en que los criterios de Maastricht de convergencia económica (3% déficit o 60% deuda) no tenían sentido ya que se planteaban en términos de números rígidos más que de convergencia real. Desafortunadamente, seguimos evaluando y tomando decisiones económicas teniendo exclusivamente en cuenta estos parámetros, atentando contra la obviedad que señalaba Einstein: no tendremos resultados diferentes haciendo exactamente lo mismo que siempre.

ESPAÑA CUMPLIÓ CON MAASTRICHT

Alemania y Francia se 'saltaron' 62 veces los criterios de Maastricht mientras Irlanda y España fueron alumnas cumplidoras. No solo siempre estuvieron bajo los parámetros sino que conviene recordar que en el año 2007 España tenía superávit presupuestario. A riesgo de simplificar, creo que la pregunta es demasiado evidente: si el cumplimiento en las finanzas públicas no era el problema, ¿cómo podemos pretender ahora que su cumplimiento sea la única solución?

Los déficits reales de la economía española y catalana se llaman modelo de crecimiento y desempleo y creo que es un error plantear la política económica y la narrativa política que lo acompaña alrededor del cumplimiento de los objetivos numéricos de déficit público. Lo que tendría sentido es plantear los objetivos de política económica para recortar los déficits de paro y crecimiento y que de ello se desprenda un presupuesto. Pero estamos actuando totalmente al revés. También en términos de narrativa: primero el carro, luego los bueyes.

UN PRESUPUESTO PRORROGADO A LA SOMBRA

El caso del vodevil catalán en torno a los presupuestos es, en este sentido paradigmático. Vamos, venimos y volvemos en torno a una cifra de déficit y se habla no poco, sino nada, de qué presupuesto tenemos (porque tenemos uno prorrogado a la sombra) y de qué presupuesto queremos tener para hacer frente a los déficits reales de nuestra economía. Qué políticas queremos hacer, qué reformas pueden servir, qué retos están encaminados y cuáles no, qué perspectivas podemos esperar o qué debemos renunciar porque no tenemos margen de maniobra... sobre todo esto, esencial, silencio clamoroso.

Y es en este sentido que creo sinceramente que nuestro (des)Gobierno de Catalunya está mostrando su incompetencia con toda su crudeza. No porque no sea cierto que los momentos son extraordinariamente complejos y difíciles, que lo son. O porque no sea cierta la reclamación de que Catalunya necesita más oxígeno y que el Estado español centrifuga injustamente el peso del esfuerzo. Todo esto es verdad. Tan verdad como que primero con la reforma de la Constitución hecha por PSOE y PP pero después, con mucha más insistencia y en exclusiva, las derechas de este país se equivocaron defendiendo la austeridad mal entendida y votando una ley de estabilidad dogmática de déficit cero que ahora dicen, afortunadamente, querer rectificar... No es incompetencia por todo ello, sino que lo más grave es que el Govern nos está robando el debate sobre cuáles son sus planes para este país, cuáles son las sus propuestas y cuáles son los sacrificios que --impuestos o no-- está pidiendo a los catalanes (y a qué catalanes) para salir del pozo.

RECORTES DE 4.000 MILLONES DE EUROS

Mientras tanto, los ciudadanos de Catalunya ya tenemos un presupuesto, el peor posible: porque incluye unos recortes de 4.000 millones de euros, porque se ha hecho sin debate y sin la posibilidad de re-priorizar y porque nos niega el conocimiento sobre cuáles son los planes y las propuestas de este Govern para afrontar lo más urgente que tenemos sobre la mesa: la crisis.

Sufrimos el déficit democrático europeo que nos impone unas políticas económicas contraproducentes, pero el (des)Gobierno catalán ha decidido que este déficit lo amplía en lugar de recortarlo. Sin narrativa no hay política, y sin política, no hay economía útil para el conjunto de la ciudadanía.