Gente corriente

Jaume Doncos: «La música de ahora nos explicará lo que vivimos»

Se define como 'botiguer¿ de partituras y, con 34 años de experiencia, reflexiona sobre ese instante que es la vida.

«La música de ahora nos explicará lo que vivimos»_MEDIA_2

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CATALINA GAYÀ

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-¿Es músico?

-He intentado serlo, pero ser músico va más allá de querer serlo. Con cuatro amigos, tenemos un grupo de música mediterránea, Remor de Mar. Los jueves por la noche cerramos Casa Beethoven y ensayamos. Es una excusa para romper con la monotonía. Mi padre es uno de ellos.

-¿No le impone estar al frente de una casa con 135 años de historia?

-Imponer no, pero es una gran responsabilidad. En un negocio familiar, hay una vinculación emocional fuerte. Ahora están cerrando tiendas centenarias. Mi padre llevaba la tienda antes que yo. Él es músico.

-Han superado crisis de todo tipo.

-Me cuentan que durante la guerra había una especie de contrabando de partituras. Venían por Andorra. ¡Superamos la salida del disco! Con los discos ya no es necesario ni hacer música en casa ni que haya tanta gente haciendo música.

-¿Y ahora?

-Tenemos que superar la crisis económica e internet, que es lo más duro. En este país, además, no se cumplen las normativas.

-Dígame, ¿qué partitura se ha seguido vendiendo?

SEnDClaro de Luna,de Beethoven, no falla. Los clásicos son la esencia académica de la música y de la historia. Claro que hay que incorporar el pop, jazz, los boleros...

-¿Hay alguna partitura que explique lo que está pasando?

-Todas las partituras tienen sentido, ninguna busca el sinsentido. La música que se hace ahora nos explicará lo que estamos viviendo.

-¿Cree que vivimos un sinsentido?

-Hemos perdido nivel social. Si le soy sincero, yo no veo el sentido global de la vida: vamos a la nada y venimos de la nada. Somos un instante.

-La música explica ese instante.

-El arte, no solo lo música, intenta explicar la vida, pero no la explica. Es necesario, claro. Es un plus que tenemos los seres humanos para hacernos la vida más agradable.

-Siga.

-Para mí, el trabajo más bonito es aprender a vivir y a morir de manera natural. Como una pequeña vela que se va fundiendo con dignidad. Sé que me queda mucho, pero es algo que quiero hacer: quiero llegar al final con dignidad.

-Es todo un elogio de la lentitud.

-Y las nuevas tecnologías hacen que cambiemos el pensamiento.

-¿En qué sentido?

-Antes, tuvieras lo que tuvieras, estabas bien. Quizá querías otra cosa, pero no te derrumbabas por no tenerlo. Si no tenías una grabación, no era un drama. Ahora materialmente podemos tenerlo todo. Y esa capacidad, aunque sea hipotecándonos, afecta a las relaciones.

-Explíquemelo.

-Te bajas 200 películas, tienes todas las sinfonías de Beethoven, pero ni has visto las películas ni has escuchado las sinfonías. Almacenamos, pero no disfrutamos. A veces porque no tenemos tiempo. Traspasamos a las personas la noción de posesión rápida. ¿Se ha preguntado por qué hay tanta gente sola si hay infinidad de páginas de contactos?

-No.

-Yo creo que es porque tenemos la posibilidad de tenerlo todo, y no nos conformamos ni creamos vínculos ni nos comprometemos. Tengo la suerte de haber vivido un ritmo más lento, el del tú a tú, el del gesto...

-¿Añora el pasado?

-No, a veces me cuesta cortar con ciertos esquemas mentales. Soy demasiado correcto. Dejarse ir te aporta nuevos aprendizajes y resiliencia. Si no te equivocas, no aprendes.

-¿Ha estado toda la vida en Casa Beethoven?

-Estudié Educación, pero llevo 34 años trabajando en la tienda. A los 15 años estuve en una fábrica cosiendo cajas de cartón.

-¿Trabajaba en una fábrica?

-Entonces, cuando tenías 15 años ya sabías que tenías que ir a trabajar. Luego vino el servicio militar, y fui a Andalucía. Era un ritual social. Debería existir un ritual así, no la mili,

por supuesto, pero sí un ritual que permita pasar de ser adolescente a ser más responsable.