El azote de la corrupción

Demasiados ateos para Rajoy

La salida política del 'caso Bárcenas' no es un adelanto electoral, porque aún no hay una alternativa solvente

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ALFONSO S. PALOMARES

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Lo de Bárcenasestá reclamando a gritos una novela, y por supuesto una película, o mejor una serie. El experimentado extesorero del PP no solo es la madre de este cordero sino de todo un rebaño de corrupciones, corruptelas y los más variados tipos de delincuencia económica en el seno y en las afueras de su partido. Por maternidad, incluso se le atribuye la del famosísimo macho cabrío llamadoGürtel.Casi de la noche a la mañana en los despachos de Génova pasó de ser el hombre eficaz y competente a príncipe de las tinieblas. Para amasar una fortuna cuya punta del iceberg suma 22 millones de euros hay que moler y triturar mucho grano oscuro. A juzgar por los originales, el tío tiene buena letra, y con ella escribió el guion que convierte aMariano Rajoy en el inesperado protagonista de la trama, y a la cúpula del partido, en actores importantes. De pronto se produjo el incendio, cuyas dimensiones desconocemos ya que sigue descontrolado pero que amenaza con dejar muchas víctimas. Son bastantes los dedos que apuntan aRajoy, incluso el deRubalcaba, que pide su dimisión.

Y TODO ESTO se produce en un paisaje institucional frágil y movedizo: la Monarquía camina con pasos vacilantes sobre un viscosoUrdangarin, el principal partido de la oposición sigue convaleciente de los virus zapateriles, una parte de la banca se dedicó a estafar a incautos y algunos de sus gestores practicaron el saqueo de los fondos que administraban, la justicia llega con frecuencia tarde y por lo tanto no hace honor a su palabra, en el primer partido catalán y nacionalista suenan los sonidos de la corrupción y a eso se suma que las articulaciones constitucionales del país chirrían y anuncian con romperse en una de las partes de su anatomía más vital.

Rajoy, un hombre creíble y previsible, pronunció un discurso contundente y sin fisuras: «Es falso. Nunca, nunca he recibido ni repartido dinero negro». El monólogo fue retransmitido a los periodistas a través de una pantalla de televisión. Al terminar se apagó y el presidente siguió hablando con los suyos a puerta cerrada. Un refrán inglés sostiene que la calidad del té se conoce cuando se mezcla con el agua ardiente; aquí el agua ardiente sería someterse a las preguntas de los periodistas. No lo hizo, porque la estrategia de comunicación del partido era plantear el discurso su como un auto de fe.

Pero lo que no estaba en duda era la honestidad deRajoy, se trataba de otra cosa. Se trataba de quitar credibilidad a los papeles que siembran más que dudas sobre la financiación del PP. Pensaban que funcionaría lo de queBárcenas es un delincuente y que todo lo que diga será el fruto bastardo de la delincuencia. Se equivocaron. Solo aludió de pasada aBárcenasy de forma elíptica. Da la sensación de que el nombre deBárcenasen el seno del PP suelta temor y temblor. Antes soltaba perfume a poder y a dinero. Hay evidentes razones para ese cambio. Nada más terminar el discurso comenzaron los sondeos con preguntas sobre si creían aRajoy o enRajoy, e incluso desde el partido se promovió un «yo creo enRajoy». Las respuestas fueron casi unánimemente negativas, muy pocos le creyeron. Hubo una declaración de ateísmo generalizado sobreRajoy. Hice un viaje por los grandes medios internacionales y las críticas eran unánimes.

La ira estalló en las redes sociales y en los artículos de distintos periódicos. El cabreado ruido de las redes refleja el de las calles, de los autobuses y de las tabernas, de los mercados y de las oficinas bancarias.Angela Merkel, tras echarnos broncas, suele darle a Rajoypalmaditas en la espalda al tiempo que le dice que va por el buen camino pero que tiene que andar más deprisa e ir mucho más lejos. Lo dramático es que una enorme cantidad de caminantes se quedan en las cunetas dada la crueldad del camino que nos señalan y que se sigue. Seis millones de parados. Absolutamente insoportable. Batimos todos los récords. Más que Grecia y Portugal y más del doble que Italia. La pobreza crece de modo galopante, los ricos son menos y cada vez más ricos. La sanidad pública se deteriora. La enseñanza se desmorona. En medio de esta incertidumbre, aparte de cabreo hay miedo.

¿CÓMO SE sale de este laberinto? La puerta de salida no está en unas elecciones inmediatas, ya que no existe un proyecto alternativo solvente, la oposición tiene que construirlo. La opinión pública señala a los políticos como uno de los problemas más graves de este país, y eso, al lado de la depresión económica, es el mejor caldo de cultivo para el resurgimiento del populismo fascista. Los partidos tienen que regenerarse, limpiarse, refundarse o lo que sea. No pueden seguir con dirigentes bajo sospecha. Para recuperar la credibilidad tienen que sacrificar, en una parte y en otra, a rostros tan quemados que ya son ceniza, y no me refiero solo aAna Mato. Es un imperativo recuperar para la política la fe de los ateos.