La historia no se puede precipitar

«La historia no tiene vida si no le haces un lugar en tu conciencia, es un peso que ninguna persona libre puede ser obligada a cargar». Palabras de J. M. CoetzeenDiario de un mal año, que vienen a cuento ahora que comienza una nueva legislatura y que la dureza del día a día obligará a desmontar el decorado que los aduladores deArtur Masconstruyeron, convencidos de que el timonel nos estaba acercando a Ítaca a tocar de remos. Le dijeron tanto y con tal calibre épico que estaba haciendo historia, que todos juntos fueron víctimas de un espejismo en lugar de artífices de un milagro.

Está visto que la historia se escribe poco a poco y que debemos ir haciéndole un hueco en nuestras conciencias para que adquiera vida. Lo haremos libremente, tomando las decisiones a que tengamos derecho y reclamando que nos las respeten, al igual que deberemos comprometernos a respetarlas. Si queremos que el proceso sea radicalmente democrático, deberemos empezar por amordazar a quienes han adoptado con demasiado ardor la jerga bélica, tanto en Catalunya como en España. Acusar a supuestos «traidores antipatriotas», clamar por elbon cop de falç y la furia que hagatremolar l'enemic... Todo esto dejémoslo para el simbolismo de los himnos, y centrémonos en las urgencias cotidianas de nuestros conciudadanos y en asegurar el rigor irrefutable y la fortaleza de los argumentos.

Hace dos años,Massalía al balcón de la Generalitat disimulando apenas la euforia por «haber vuelto a casa». Hace 15 días, en cambio, se esforzaba en sonreír en la gravedad del momento, entre una tormenta en buena medida precipitada por el propio espejismo. He aquí alpresidentagarrado de nuevo al timón de una nave que gobierna con más presión y menos libertad. Más consciente que nunca de que, cuando se quiere precipitarla, la historia también se puede convertir en un precipicio.