Pequeño observatorio
El modesto centro personal
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA
ESPINÀS
El día se levanta, habitualmente, mucho más pronto que yo. Ya hay luz natural cuando me voy hacia la cocina. Una luz espléndida o una luz tímida, depende de la época del año. En estos días, la luz natural ya se ha consolidado, entra decididamente en casa. En invierno todavía arrastra un poco del gris que ha dejado atrás. Desayuno poco y hojeo rápidamente este diario. La información básica, Y pronto siento la necesidad de ir a mi pequeño despacho. Como si tuviera que recuperar sin retrasarlo mucho el tiempo que he dejado pasar mientras dormía. No creo que sea un remordimiento inconsciente de gandul, porque me justifica el trabajo que hice en las horas nocturnas. Por otra parte, pienso que me espera otro largo día, y un poco de la noche, para hacer más cosas de mi largo, también, oficio. Leer, corregir pruebas de un libro, aprender consultando un diccionario, pensar un tema para un artículo. O sencillamente vivir.
El artículo lo he de escribir antes de las 10 de la noche, porque lo haré tecleando la vieja amiga Olivetti, a la que he confiado tantos miles de páginas. Sí, antes de las 10 de la noche. Porque me da miedo molestar a algún vecino con mi mecánico e irregulartac-tac-tac. O sea, que a menudo escribo el artículo a mano; ya lo pasaré a máquina mañana por la mañana.
A veces, hay quien me quiere convencer de las ventajas de levantarme temprano. En el fondo de este consejo puede haber un poso de antigua moral, de cuando no había electricidad y para cumplir el deber de trabajar había que aprovechar la luz diurna. Cuando el trabajo se debía hacer en el campo. El apostolado del levantarse temprano ya lo conozco, y también admito sus ventajas. Las mañanas son más largas para los madrugadores, sin duda. Las horas nocturnas son desde hace tiempo eléctricamente alargables. Y no creo que el número de buenas personas, de imbéciles o de inteligentes sea más alto entre los madrugadores que entre los noctámbulos. Alguien me ha dicho que mi costumbre era excéntrica. Le recordé queexcéntricosolo quiere decir que algo -o alguien- se desvía de un centro. Y que esto no es ni bueno ni malo. En mi caso, espero haberme instalado, sin hacer daño a nadie, en mi centro. Probablemente, cada uno tiene el suyo, un centro donde se encuentran asuntos éticos, sociales, ideológicos de gran importancia. Pero no quiero que este artículo resbale hacia la trascendencia. Dejémoslo en su personal y tranquila insignificancia.
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