Opinión | Editorial

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El mandato de Trias

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

Xavier Trias inició ayer una nueva etapa en el Ayuntamiento de Barcelona marcada en lo político por dos características fundamentales. Es el primer alcalde no socialista desde la recuperación de la democracia, y gobernará con la mayoría más minoritaria de estos 32 años: 15 concejales de un pleno de 41 y con la posibilidad de que finalmente se reduzcan a 14 por el recurso que estudia el Tribunal Constitucional. A la vez, las cuentas del consistorio están saneadas, con una deuda de 1.202 millones, muy lejos de los 6.453 con que el Ayuntamiento de Madrid cerró el ejercicio del 2010. Barcelona es la ciudad española con menos endeudamiento per cápita.

Desde esas dos premisas, Trias reiteró ayer que gestionará el ayuntamiento en solitario, sin recurrir a coaliciones, buscando siempre el consenso. No está mal teniendo en cuenta la reciente historia catalana, tanto barcelonesa como nacional, en lo que se refiere a los gobiernos multicolor. Y tampoco está mal que deba gobernar ateniéndose a los acuerdos que alcance con las fuerzas de la oposición. El nuevo alcalde se propone «recuperar la credibilidad y la ilusión», así como consensuar un nuevo «modelo de ciudad», un objetivo complejo este último habida cuenta de que la mayor parte de la oposición con la que quiere pactar es la responsable de la Barcelona actual, con sus virtudes y sus defectos.

Como principios generales son correctos, pero quizá se echó en falta algo más de concreción. Específicamente, qué modelo de ciudad propone. Y si, como dijo Trias, lo primero son las personas, qué considera que necesitan los barceloneses más allá de superar lo mejor y lo antes posible esta época de crisis. La ciudad tiene problemas de tráfico, de contaminación, de limpieza, a la vez que se ha convertido en un gran polo de atracción turística, que la está transformando día a día, y de población inmigrante. Probablemente, el hecho de no haber entrado en estas cuestiones responde más a su talante personal de hombre tranquilo y dialogante que a la ausencia de ideas. Debe saber, en todo caso, que el cambio que supone el fin del largo periodo de gobiernos de mayoría socialista ha levantado expectativas entre los ciudadanos que esperan sus propuestas con interés.