Opinión | Editorial
Primaria suspendida
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En el 2009, la Conselleria d'Educació introdujo una prueba que tenía como objetivo valorar el grado de conocimientos básicos de los alumnos que dejaban atrás la educación primaria en el último curso antes de entrar en la ESO. En los tres años de las pruebas de competencias básicas, el conjunto de las cifras es desalentador, muy alejado del 15% de fracaso que la Unión Europea ha marcado como objetivo para el 2020. Continúan siendo, pues, los del 2011, unos resultados «no aceptables como país», que son las palabras que utilizó en su día el entoncesconsellerErnest Maragall. Sin dejar de lado la valoración, que ha de ser negativa a todas luces, también podemos ver el vaso un poco más lleno de lo que parece. En comparación con las pruebas del curso pasado en los centros públicos, el umbral del mínimo dominio de la materia (aquellos alumnos que superan el aprobado) ha aumentado. El nivel más bajo de conocimiento en lengua catalana se ha reducido en siete puntos, mientras que en lengua castellana ha descendido más de ocho. En matemáticas, se han conseguido rebajar seis puntos porcentuales y, en inglés, más de 16. Aun así, no hay motivo para echar las campanas al vuelo y puede que sea un poco precipitado decir, como ha declarado Irene Rigau, que «el resultado del examen deja atrás la frustración y aporta esperanza y optimismo». Pero al menos es constatable que se ha invertido la tendencia negativa.
Una prueba de estas características depende de muchos factores. En el 2010, por ejemplo, se reconoció que el listón se había elevado, con lo que se produjeron resultados inferiores a los del 2009. Este curso puede que haya sido más asequible, aunque lo que importa, después de tres años, es un análisis global que ya permite trazar un panorama ciertamente sombrío. Que más del 20% de los alumnos de sexto de primaria pasen a secundaria sin haber asimilado el mínimo exigible es un dato preocupante que un país no puede aceptar. Si la leve mejora de este año se debe a la sexta hora o a nuevos métodos pedagógicos, conviene repensar con calma, y sin zancadillas partidistas, si estamos o no en el buen camino. En cualquier caso, lo decisivo es anotar que la mejora de la enseñanza es un tema de carácter urgente que debe ser una prioridad de cualquier Gobierno. Es imprescindible que el sistema educativo responda a los retos sociales, que no se produzcan diferencias insultantes y que el conjunto avance hacia una mayor calidad global.
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